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Actualizado: 15 de mayo de 2025
A más de esta sociedad cotidiana, no se negaba doña Luz a asistir a otras de más ancha base. Los hijos, hijas, nueras y yernos de D. Acisclo, con crecida y numerosa prole, sus consuegros y consuegras, compadres y comadres, formaban una caterva con quien era menester alternar.
Es igualmente parecer nuestro que se pueble en el Arroyo de las Flores, que dista del tercero 20 leguas, pues logra la ventaja de ser permanente el agua de este arroyo, y tener una laguna crecida de 6 leguas en circunferencia, buena para toda especie de ganado: pasa por esta el Salado.
Al fin salió de España aquesta armada Muy rica, muy hermosa y muy lucida; De todos adherentes abastada, Aunque hubo despues hambre muy crecida. La gente que embarcó era extremada, De gran valor, y suerte muy subida, Mayorazgos è hijos de Señores, De Santiago y San Juan comendadores.
Sus facciones no conservaban contracción de ira ni gesto de dolor; pero los ojos, vidriados por la muerte, indicaban todavía el tesón indomable de su alma, sin que bastaran a desfigurarle la barba crecida ni el semblante pálido por la hemorragia.
Amaneciò con el viento al S bonancible, y tuve que esperar la bajamar para poder hacerme la vela y navegar, pues de marea crecida en este paraje no es posible. A las diez y media zarpé, y me puse en derrota para el Colorado. A las doce y media quedé varado de la parte de adentro de la Punta de los Zaramagullones, y mandè el bote balizar la entrada, que tenia á este tiempo muy poca agua.
Es asunto de algunos años, ó tal vez de algunos meses añadió . Todo consiste en que el río se muestre amable, prestándose á que le crucen el pecho con un dique, y no se permita una crecida extraordinaria, una convulsión de las que son frecuentes allá y destruyen en unas horas todo el trabajo de varios años, obligando á empezarlo otra vez.
Los afluentes empezaban á aumentar su caudal con una prodigalidad inquietante. Llegaba la crecida que él venía anunciando desde meses antes en los ministerios para conseguir que se continuasen las obras si aún era tiempo. Recibió luego un telegrama de los mismos que le habían aconsejado la marcha á Buenos Aires.
A la mente y a la lengua se le vinieron ideas y palabras, a borbotones, y las arrojó a la cara del sobrino, cual si le azotara con un látigo... ¡Cómo! ¡él, un chicuelo pobre, un perdulario, endeudado por suma tan crecida! pero, ¿cómo había podido creer que sus fondillos iban a valer tanto jamás? ¿no pensó, por un instante siquiera, ya que su cabeza parecía tan hueca, que si perdía, no podría pagar, y si no podía pagar, que deshonraba a su familia para siempre? ¿en qué escuela se había educado, que así le habían sugerido la peregrina teoría de que las deudas son cosa baladí y es lujo de caballero tenerlas? ¿y esta era la manera con que él pensaba hacer la felicidad de su padre y de su tía, y la suya propia?
La yerba de los prados estaba crecida un palmo alta, bastante para encubrir el terreno. Empantanaron todos aquellos campos vecinos, por donde juzgaron que la caballería habia de hacer sus primeros acometimientos.
Lo uno es más fácil, y es campo abierto a todos; lo otro es para pocos, y quien lo alcanza se acerca a las primitivas y sagradas fuentes de la poesía humana, crecida y arrullada con los halagos de la madre Naturaleza; y con verlo todo más sencillo, lo ve más próximo a su raíz, más íntegro y más hermoso, y se levanta enormemente sobre todo este conjunto de estériles complicaciones, de interiores ahumados, de figuras lacias, de sentimientos retorcidos y de psicologías pueriles, de que vive en gran parte la novela moderna.
Palabra del Dia
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