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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Un barbudo estudiante díjome ayer que, desde que él viene a las escuelas, no tiene memoria de otro nuevo que haya escapado a los gargajos.» Luego agregaba: «¿Os acordáis, madre, de aquel capitán Antonio de Quiñones, que iba a nuestra casa? A ése le vi en Castellanos y quiso llevarme consigo a perseguir corsarios.
Sentía Febrer en esta nueva existencia el deleite del que ocupa sitio cómodo para presenciar un espectáculo interesante. Aquellos campesinos y pescadores, belicosos nietos de corsarios, eran para él agradables compañeros de existencia.
¡Cosas de la fortuna! contestó el otro. Jaime amaba al comendador porque había representado en el seno de la noble familia el desorden, la libertad, el desprecio de las preocupaciones... ¡Lo que a él le importaban las diferencias de raza y religión cuando sentía el deseo de una mujer!... Había vivido en la madurez de su existencia retirado en Túnez, con sus buenos amigos los ricos corsarios, que en fuerza de odiarle y perseguirle acabaron por ser sus camaradas.
Además, en la popa estaba el cañón, resguardado por una caperuza de lona, pronto á entrar en funciones. Vió casi realizados los ensueños de su niñez, cuando devoraba historias de corsarios y novelas de aventuras marítimas. Le era lícito titularse capitán «de mar y guerra», como los antiguos navegantes.
Su nave, inerme, dejó que se le aproxímase la galera, que la prendiese con enormes garfios, y que los corsarios, armados de hachas, se lanzasen al abordaje, o más bien, confiados en su poder incontrastable, a tomar posesión de la nave sin recelar resistencia alguna. Así fue en un principio.
Los franceses enviaron gente á estas islas en la última guerra, para asegurar un puerto á sus navios, que venian de las Indias Orientales para el mar del sur, carrera necesaria para libertarse de los corsarios ingleses. Bougainville, su propietario, y la permision de vender en Buenos Aires algunas mercaderias compradas con este dinero en Rio Janeiro.
Si hubieran sido aventureros ingleses, franceses ó alemanes los que á fines del siglo XV hubieran ido á América, ¿se hubieran conducido con más humanidad que los españoles? ¿Fueron más mansos y amorosos con los indios los alemanes á quienes el emperador Carlos V concedió que se estableciesen y se extendiesen por las que hoy son repúblicas de Venezuela y Colombia? ¿Se condujo más afable y dulcemente, no ya con los indios, sino con los mismos españoles establecidos en América, el enjambre de piratas, corsarios y filibusteros que en diferentes épocas fueron allí contra nosotros?
Me llamo Golvín y soy capitán del Galeón Amarillo, destinado á conduciros. Marino desde la infancia, he peleado á bordo de barcos ingleses contra normandos y genoveses, bretones, españoles y sarracenos, y os aseguro que la nave de mi mando es muy débil para atacar corsarios.
Teletusa, tan regocijada como de costumbre, apareció con ella. Y aparecieron igualmente entre los libertados galeotes, siendo de los que mejor pagaron la libertad combatiendo a los corsarios, los dos fieles y robustos escuderos a quienes llamaban Asmodeo y Belcebú, más por broma que con suficiente motivo.
Nietos de corsarios y de soldados, al vestir la sotana guardaban la arrogancia y la ruda virilidad de sus ascendientes. No eran impíos, pues su simpleza de pensamiento no les permitía este lujo, pero tampoco eran devotos ni austeros: amaban la vida con todas sus dulzuras y sentían la atracción de los peligros con atávico entusiasmo. La isla era una fábrica de sacerdotes animosos y aventureros.
Palabra del Dia
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