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Actualizado: 9 de junio de 2025


El ejército se alojó en campo atrincherado, al que acudían los moros con provisiones, mientras se adoptaba en Consejo de generales el plan sucesivo, que no dejó de tener vacilaciones, siendo por último el de fortificar aquel castillo de fábrica romana para dejar guarnición que tuviera segura la isla é impidiera el armamento de corsarios, á favor de otro fuerte más pequeño en la Cántara, como llave del puerto y de la puente.

Hicieron la guerra á los vecinos, se pelearon entre ellos, y hasta hubo hermano que asesinó á su hermano... Los navegantes de Mónaco se dedicaron á corsarios, y su bandera sirvió á veces para dar personalidad á piratas de otros países... La alianza de los Grimaldi con España les permitió titularse príncipes. Hasta entonces sólo habían sido marqueses.

El capitán lo era, lo mismo que su camarilla o guardia negra, con quien se entendía en vascuence. Yo iba a formar parte de esta camarilla. No era raro, síno muy frecuente, que los armadores de barcos corsarios o negreros escogieran capitanes de puertos lejanos; así, los de Saint-Malô tomaban un capitán de Burdeos; los de aquí, uno del Havre o de Honfleur.

Hemos tocado con la proa una mina flotante dijo contestando á las preguntas de Gillespie . Y si no es una mina, será un torpedo abandonado por alguno de los corsarios alemanes que navegaron en el Pacífico.

Los Febrer habían peleado o ajustado alianzas con corsarios turcos, griegos y argelinos, habían escoltado sus flotas por los mares del Norte para hacer frente a los piratas ingleses, y hasta una vez, a la entrada del Bosforo, sus galeras habían abordado a las de Genova, que monopolizaban el comercio de Bizancio.

Morsamor y los veinticuatro capitaneados por él cejaron como amedrentados, aunque sin desordenarse ni separarse. Los corsarios, con su capitán al frente, llenaban ya la cubierta. El grupo de Morsamor se arrinconó hacia la popa; hacia la proa, Fréitas y sus marineros. En el barco no parecía haber más tripulantes.

Los corsarios alemanes, valiéndose de astucias, aumentaban con sus presas el pánico de la marina mercante. Saltó el precio del flete de trece chelines la tonelada á cincuenta; luego á sesenta, y á los pocos días á ciento. Ya no podía subir más, según el capitán Ferragut.

Palabra del Dia

albuminuria

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