Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 11 de junio de 2025
Uní las sábanas de la cama con un fuerte nudo, las até a la baranda de la ventana y traté de bajar al suelo. La vehemencia del deseo me prestó una fuerza sobrenatural, y mi ángel bueno me protegió sin duda, porque las sábanas eran demasiado cortas y caí de una gran altura, sin herirme, sin embargo. Después, deslizándome a lo largo de las paredes, corrí hasta el puente.
Se me dijo que un capellán estaba a las puertas de la prisión y que quería hablarme. Debía de ser Teobaldo; no me había engañado, en efecto. »Entró con la frente erguida, la mirada llena de expresión; y comprendiendo el santo gozo que le animaba, corrí a él diciéndole: »¡Amigo mío! ¡Padre mío! He aquí el día de la libertad: la mirada de usted me lo hace concebir.
Yo, para no perder ningún pormenor de esta última etapa del combate, puse mi caballo al galope y corrí con los rurales, que al grito de ¡Al machete! barrían á los últimos alzados.
Cuando regresaba al castillo de Valency, la vi que se dirigía lentamente hacia el vestíbulo, por el lado de la escalera que conduce a su habitación. Corrí hacia ella y, asiéndola bruscamente de un brazo, la arrastré, sin decirle ni una palabra, hasta el salón donde aún estaban todos reunidos.
En aquel mismo instante oí pasos precipitados y la voz de Sarto que decía: «¡Dios eterno, es el Duque! ¡Muerto!» Comprendí entonces que el Rey no me necesitaba ya, y arrojando al suelo mi revólver corrí hacia el puente. Oí gritos de sorpresa: «¡El Rey, el Rey!» pero imitando a Ruperto Henzar salté al foso, espada en mano, resuelto a terminar de una vez mi contienda con él.
Recibía algunas esquelas de la condesa suplicándome que pasase a verla, y yo me desesperaba no pudiendo acudir. Al fin logré una licencia a principios de Marzo y corrí a Cádiz. Lord Gray y yo atravesamos la Cortadura precisamente el día del furioso temporal que por muchos años dejó memoria en los gaditanos de aquel tiempo.
Si sospechan, déjame contestar a mí; confirma en todo caso mis respuestas. ¡Piensa en el deber! ¡Piensa en la causa! ¡Piensa en mí, que te amo, que te quiero para mí, que sabré hacerte feliz!... Yo no comprendía. Corrí a pedir socorro, con la esperanza que todavía estuviera viva. ¿Por qué ocultar la verdad? Decirla fue mi primer impulso.
Apenas me di cuenta de que se abrían las puertas, corrí a la habitación de mi madre. Entro, busco, llamo, pregunto; ya no estaba allí. Me dijeron que se la habían llevado. ¿Muerta? Lo cierto es que ya no he vuelto a besar a mi madre.» Así se terminó, mi querido Eduardo, la historia de los padres de Adela; y muchas veces, durante su relato, mis lágrimas se unieron a las suyas.
Me apresuré á bajar y corrí á la orilla del río. ¡Ah, ah! me dijo la joven riendo; á lo que parece, ¿está usted de buen humor esta mañana? Murmuré torpemente algunas palabras confusas, cuyo fin era dar á entender que siempre lo estaba, de lo cual la señorita Margarita pareció mal convencida; después salté al bote y me senté á su lado. ¡Vogue, Alain! dijo al momento.
Buenos días, tía.... ¿Me haces un favor? Mande usted. Coge el sombrero, y corriendito te vas a oír misa. Oye: están llamando; es la misa del P. Solís, que es ligera.... ¡Anda, ve, pídele a Dios que te vaya bien! Obedecí a la anciana, corrí al templo, y oí la misa muy devotamente. Media hora después estaba yo de vuelta. Cuando llegué, los caballos me esperaban a la puerta.
Palabra del Dia
Otros Mirando