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Actualizado: 7 de mayo de 2025
10. El dia tres de Mayo por la noche llegó un correo que avisò, que los soldados de San Luis y San Juan, habian acometido á los fuertes que los Portugueses tenian ya hechos de estacas en el Rio Grande: pero que les saliò mal su intento, porque habiendo los nuestros acometido al amanecer del veinte y tres de Febrero el pago de los Portugueses que ya estaba fortificado, estos huyeron al principio, pero habiendo despues vuelto sobre los indios que estaban entretenidos en los despojos, mataron á escopetazos
Alborotóse el doctor, viendo tan colérico al gobernador, y quiso hacer tirteafuera de la sala, sino que en aquel instante sonó una corneta de posta en la calle, y, asomándose el maestresala a la ventana, volvió diciendo: -Correo viene del duque mi señor; algún despacho debe de traer de importancia.
Todo tembloroso, balbuceó azorado: ¡Traigo noticias para su señoría! Noticias de considerable importancia. Mi nombre es Silvestre... Silvestre Juliano y C.ª... Un criado servicial de vuestra excelencia... Llegaron en el correo de Southampton... Nosotros somos Corresponsales de Traigand, y C.ª de Hong-Kong.
Creo haberte dicho que me ha escrito algunas veces y me ha autorizado a responderle a la lista del correo. Esos misterios no son muy de mi gusto, aunque no haya nada más inocente, puesto que la señora de Grevillois conoce nuestros compromisos y los aprueba.
Porque dirá el curioso, y con razón, que qué tienen que ver las bocas con aquella mujer. Nada, absolutamente nada. Volvían los esposos de Cádiz en el tren correo. No pensaban detenerse ya en ninguna parte, y llegarían a Madrid de un tirón. Iban muy gozosos, deseando ver a la familia, y darle a cada uno su regalo.
En el siglo IX estaba, pues, establecido este modo de correo, y es probable que, no sólo el gobierno, sino los particulares, hubieran podido valerse de él.
Sucedió, pues, que, habiendo comido aquel día contra las reglas y aforismos del doctor Tirteafuera, al levantar de los manteles, entró un correo con una carta de don Quijote para el gobernador. Mandó Sancho al secretario que la leyese para sí, y que si no viniese en ella alguna cosa digna de secreto, la leyese en voz alta.
Porque Carlos había tenido mucha pena, y ella también de rechazo, pero ella se callaba sabiendo por experiencia que la mano más delicada es siempre torpe al tocar ciertas heridas... Y las horas pasaban lentamente; el crepúsculo desplegaba su velo gris por los campos y ya comenzaba el desfile del regreso. Delante del Correo detúvose un coche y apareció en el umbral el anciano general Estry.
Cuando iba al cementerio o a la iglesia se detenía siempre en el Correo para informarse respetuosamente de la salud de la empleada y presentarle sus cumplimientos con esa exquisita cortesía de ciertos ancianos que pone tanta gracia en sus cabellos blancos.
La señorita Beaudoin se habrá alegrado de su accidente de usted, pues la habría reemplazado de mala gana... La verdad es que nuestra señorita Blanca está tan linda que da gusto verla... Si lo desea usted, no se prive de ir a verla, Marcial, mientras yo timbro el correo... ¿No quiere usted que la ayude? Es inútil; acérqueme usted nada más la mesa... ¡Ajajá! Ya tengo todo lo que necesito.
Palabra del Dia
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