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Actualizado: 7 de julio de 2025
¿No lo decia yo?.... el correo de hoy!.... La una es de N. su corresponsal en la plaza N. Vamos, cabalmente allí tenia sus aprietos. Dice así: «Muy Sr. mio: en este momento acabo de salir de la reunion consabida. No faltaban renitentes, pero al fin apoyado de los amigos N N, he conseguido que todo el mundo entrase en razon.
Envolvió las cuartillas lentamente, las metió en el bolsillo y acercando la boca al oído de Tristán y haciendo una serie prodigiosa de muecas pronunció estas palabras memorables: Este artículo saldrá en el correo de esta noche, y pasado mañana o a todo más el sábado se publicará en El Clamor de Alicante. El sábado, pues, ya podrás caminar por la calle con la cabeza bien levantada.
D. José Delavat, siendo Ministro de España en el Japón, tuvo la buena idea de enviarme de allí, por el correo, un lindo y curioso presente. Consiste en doce tomitos, impresos en un papel tan raro, que más parece tela que papel, y con multitud de preciosas pinturas intercaladas en el texto. Lo pintado es mucho más que lo escrito, y está pintado con grande originalidad y gracia.
En este dia mandè a las òrdenes del reformado D. Melchor Sanabria, 12 hombres, al Paso de las Salinas, que llaman Orillas del Diamante, á esperar el correo, llevando órden de mandar los exploradores de la junta de los rios, acerca de que notasen.
Antes de echarlos al correo los rompía. El gran fondo de dignidad que había en su carácter se sublevaba ante un proceder tan bajo; los rompía vertiendo lágrimas de despecho. Después de hacer trizas el último que escribió, tuvo ocasión de alegrarse, pues supo casualmente aquella noche que ninguna carta llegaba a poder de Quiñones sin pasar por las manos de su esposa.
Echó entonces él mismo la carta en el correo, y a las dos se acostó sin desnudarse del todo, para descansar hasta el alba.
De este punto salia otro correo el jueves, y reuniendo en el camino la correspondencia de las mismas provincias, llegaba á Manila los jueves por la mañana. Que en establecer esta comunicacion se prestó un servicio de la mayor importancia, nadie lo duda; pero es tambien cierto que la correspondencia de estas cinco provincias era y será siempre tan de poco bulto y valor, que no merece indicarse.
¡Ah, os creo! ¡os creo, porque sois caballero y cristiano, y no me engañáis! os creo, y creyéndoos soy feliz. Tomad, don Francisco, tomad; esta carta es para vuestro amigo. Ya sabía yo que había de ser correo; pero no importa. Sólo siento una cosa. ¡Qué! Que acaso no podréis ver á mi amigo tan pronto como quisiérais. ¿Y por qué? Acaso no podáis verle hasta después de la media noche.
La cartera ha caido al lado del libro fatal; Eugenio se avergüenza de haber anatematizado la humanidad, sin excepciones; la hora del correo no le permite filosofar, pero siente que su filosofía toma un sesgo ménos desesperante.
Conque hemos quedado muy animados a poner otro amigud al primer baile que tengamos, que será luego, según de satisfechos que quedamos. »Hoy no hablan de otra cosa los papeles, y ahí le mando una docena de ellos para que reparta a las amigas, a más de los que mandará Simón por el correo.
Palabra del Dia
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