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Actualizado: 13 de junio de 2025
En las hondonadas profundas se han acumulado los copos en gruesas capas; en las pendientes rápidas bordan ligeramente las hendiduras como tenue velo de encaje; en los abruptos tajos sólo aparecen de cuando en cuando, como manchas brillantes.
A veces, al oír el nombre de cualquier testigo, hacía un gesto, examinaba con mirada hostil al declarante y empezaba de nuevo a acariciarse el bigote. Su abogado, un joven también, bostezaba de vez en cuando, tapándose la boca con la mano, y miraba por la ventana caer, en gruesos copos, la nieve.
Ella se apelotonaba contra el débil tronco, haciéndose más pequeña, como si quisiera escapar a aquellos ojos ardientes. Su instintivo movimiento de retroceso hizo cimbrearse el flexible árbol, y una lluvia de hojas amarillas como copos de ámbar cayó en torno de ella, enredándose en su trenza, pegándose a su tez, esparciéndose sobre su traje. Pálida, con la boca apretada y los labios azulados, iba murmurando palabras que sonaban apenas como débiles suspiros. Sus ojos, agrandados y húmedos, tenían la expresión angustiosa de los humildes de espíritu que piensan muchas cosas y no encuentran el modo de decirlas. ¡
Si soplaba el Norte y nevaba, solían deslizarse algunos copos por la claraboya de la lucerna. Al levantarse el telón pensaban los espectadores sensatos en la pulmonía, y algunos de las butacas se embozaban prescindiendo de la buena crianza. Era un axioma vetustense que al teatro había que ir abrigado.
La quietud dejaba flotar o embeberse la suelta cabellera, enrojecida por el hené; cabellera esponjada y enorme que hacía pensar en los copos destinados a tejer todo un manto.
Terminó el día con el cielo encapotado y un viento penetrante y frío por demás. Algunos copos de nieve caían pausadamente.
Cuando las nieves han cubierto el camino, hay que cambiar de vehículo; en lugar de carros y coches se usan trineos que se deslizan ligeramente sobre los copos amontonados. La travesía de la montaña no se hace con menos rapidez que durante los más calurosos días del verano; y cuesta abajo, la velocidad produce vértigos.
Las olas blancas de la niebla ruedan por la superficie de aquel mar, no con la regularidad de las líquidas, sino con majestuoso desorden en que se pierde la mirada. Aquí se las ve hervir, hincharse en trombas de humo y desparramarse después en copos como la nieve y desaparecer en el espacio; allá se abren como valles llenos de sombras.
El éxito sobrepujó a la expectación, y añadióse al caso, nemine discrepante, otro tercer carácter... Sin duda era una indecencia, de cierto era un acto político y de seguro prometía ser un sainete chistosísimo. El día amaneció nublado, era el viento muy frío, y gruesos copos de nieve comenzaron a caer, entrada ya la tarde, cual espesa lluvia de jazmines.
La tempestad acababa desatándose en torrentes de lluvia o en abundantes copos de nieve. Luego se serenaba el aire y el sol resplandecía. Tal vez el iris se dilataba sobre el estrecho en arco majestuoso, cuyos estribos eran los cerros de una y otra margen. A veces asaltaba a los atrevidos navegantes el recelo de no acertar a salir de aquel laberinto y de tener que morir allí.
Palabra del Dia
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