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Actualizado: 13 de mayo de 2025
El cielo gris derramaba violentas lluvias, acompañadas algunas veces de copos de nieve. La gente, vestida ya con trajes ligeros, abría armarios y cofres para sacar capas y gabanes. La lluvia ennegrecía y deformaba los blancos sombreros primaverales. Hacía dos semanas que no se daban funciones en la Plaza de Toros.
La imagen de Blanca me atraía involuntariamente: veíala andar y detenerse burlonamente en mi camino como dándome tiempo para alcanzarla, y cuando creía tenerla cerca, la visión desaparecía dejando en mi sueño el surco luminoso de su vestido rojo que parecía disolverse en el aire en deslumbrantes e impalpables copos de fuego.
Anochecía, y las breves horas de aquel día de diciembre, que no alumbraban los vivos colores de la puesta del sol, terminaban rápidamente. La temperatura era fría por demás y en el aire giraban densos copos de nieve.
Ya casi en lo llano, se hallaron en un verde soto, en medio de frondosos y gigantescos árboles, y por cuyo centro se precipitaba caudaloso arroyo, dando saltos y formando copos de rizada y cándida espuma sobre el haz de sus agitados cristales. Muchas aves había por allí que ya trinaban alegres, ya volaban de rama en rama, sin el menor recelo de los hombres.
Después acabé de amurriarme, viendo desde un cuarterón de la solana cómo iban espesando los copos y desapareciendo todos los montes entre las espesas veladuras que bajaban del cielo. ¡Otro temporal en perspectiva y otra encerrona como la pasada! Cuando volvió Facia con el brasero chisporroteando, entró mi tío detrás de ella. Iba a hablar conmigo de la nevada que estaba encima.
Esta blanca capa de copos, es todavía, bajo una nueva forma, la nube de vapor que se condensaba en el espacio, que bien pronto será el arroyo que se dirija alegremente hacia la llanura.
Unos se iban y otros ocupaban sus puestos; pero se diría que siempre eran los mismos; tal semejanza había entre ellos, al fulgor de la luz eléctrica, en medio del ruido incesante y del olor de los perfumes y del vino. No de otra manera, durante una nevada, caen ante los cristales de una ventana iluminada millares de copos de nieve.
Algunos claros permitían ver a través de las ramas las murallas de la reducida ciudad, el minarete de una mezquita, la cúpula de un marabut, y en lo alto la enorme masa del Atlas, verde en su base, nevada en la cima, como cubierta de blancas pieles, con cabrilleos, con la blancura de copos caídos.
Era menester que Gonzalo corriese a casa y trajese una butaca. Ahora, siéntate aquí a mis pies. El mancebo se postraba y besaba con entusiasmo los manos que la gentil esposa le tendía. ¡Sansón y Dalila! exclamaba ella riendo y hundiendo sus manos como copos de nieve en la rubia y rizada barba de su marido. Tienes razón respondía él dando un suspiro. Un Sansón sin cabellos.
Otros árboles de corteza rugosa, cuyos troncos salen de la misma orilla del arroyo, sólo aparecen blancos de nieve por el lado del viento; el resto del árbol conserva su propio color y las ramas sólo aparecen salpicadas de algunos copos.
Palabra del Dia
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