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El deber del transporte era ir siempre adelante, ciego y sordo, sin salirse de la formación, sin detenerse, hasta conducir al puerto terminal la fortuna que llevaba en sus entrañas. Esta marcha en convoy, impuesta por la guerra submarina, representaba un salto atrás en la vida de los mares.

Mucho antes de llegar á lo que fué Carrera Larga ya se divisaba un vivo resplandor que á medida que el convoy se iba aproximando, se convertía en enorme llamarada. Se detuvo el tren y desde el vagón en que viajaba se percibía fuerte calor producido por el incendio de la estación que aun se encontraba ardiendo.

, ciudadano; pero hace ocho días que yo dejé el regimiento en Fredericsthal para escoltar este convoy de heridos...; usted comprende, la cosa está que arde..., y no puedo responder de nada; cuando menos se piense, cualquiera de nosotros puede recibir el pasaporte. Ahora hace ocho días, en Fredericsthal, el 15 de diciembre, Gaspar Lefèvre respondía a la llamada. Juan Claudio respiró.

Porque la condesa de Albornoz en persona era quien venía guiando los briosos brutos desde Biarritz, de donde había salido el convoy la víspera, prefiriendo aquella molesta caminata por la carretera al cómodo trayecto del camino de hierro, por uno de esos caprichos, de esas excentricidades que forman las leyes de la moda y constituyen las reglas del buen tono, basadas las más de las veces en aquella razón tan filosófica y profunda: Cuando pitos, flautas; Cuando flautas, pitos.

Si algún obstáculo se presenta, si los troncos se detienen sobre un banco de arena ó una roca oculta, los atletas caribes, de músculos poderosos y ancho tórax de bronce, ponen bien pronto á flote el convoy entero, y cuando llegan á la playa donde los esperan grandes navíos, un fuerte movimiento con el palo que les sirve de remo basta para abordar.

Médicos y enfermeros ocupaban varios carruajes de este convoy. Algunos pelotones de jinetes lo escoltaban.

Un entierro de fuste en Buenos Aires no necesita describirse: el empresario fúnebre conoce los gustos de la gran capital, en los que prepondera la gran aldea: el convoy tiene que hacer corso en la calle de la Florida: no hay otra calle para ir a la Recoleta, y si a alguien se le ocurriera la idea de cambiar el itinerario, no sería difícil que el muerto o la muerta, siendo de la aristocracia, o sobre todo de la gran política, resucitara protestando contra la variación de la ruta.

Las autoridades no consideraron necesario averiguar más, clasificando el hecho como una simple pelea entre refugiados. El servicio de aprovisionamiento de las tropas de Oriente hizo navegar á Ferragut en los meses sucesivos formando parte de un convoy. Un despacho cifrado le llamaba unas veces á Marsella, otras á un puerto atlántico: Saint-Nazaire, Quiberón ó Brest.

Con la caída de la tarde se fue amortiguando el escándalo de aquella bacanal campesina; se extinguieron los ruidos de guitarras y panderetas, y al anochecer, las pandillas de clérigos aparecían paseando en el camino a la entrada de las aldeas. Oscura, oscurísima era la noche cuando el convoy entró en la capital de Navarra.

Y se tendió, envolviéndose todo y cubriéndose cara y manos, de modo que, si no fuera por el temblor, parecería un muerto a quien llevaban a enterrar. Salvador se retiró muy desesperanzado. El convoy se detuvo para distribuir raciones.