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Actualizado: 28 de noviembre de 2025
Los convidados se agitaban casi en la oscuridad, en medio de una confusion de los muebles mas heterogéneos, ataviados con los vestidos mas extraños, y bebían y bailaban al compás de la orquesta mas extravagante que se puede imaginar: y todo eso en un estrecho aposento del piso mas alto de la casa.
Los días en que mi amigo no tiene convidados se contenta con una mesa baja, poco más que banqueta de zapatero, porque él y su mujer, como dice, ¿para qué quieren más?
Don Álvaro vio que mientras la conversación general ocupaba a todos los convidados, que esperaban en el salón, en pie los más, la voz que les llamase a la mesa; Ana disimuladamente se había acercado al Magistral y junto a un balcón le hablaba un poco turbada y muy quedo, mientras sonreía ruborosa.
De vez en cuando se atrevía algún cura a soltar frases de encomio a la habilidad de la guisandera; y el anfitrión, observando con disimulo quiénes de los convidados andaban remisos en mascar, les instaba a que se animasen, afirmando que era preciso aprovecharse de la sopa y del cocido, pues apenas había otra cosa.
Los convidados estaban tendidos sobre cojines cubiertos de vistosos tapices; ellas adornadas con flores, y tan ligera y graciosamente vestidas, que su hermosura no podía menos de aparecer realzada con atavíos tan indiscretos.
Uno de los amigos del novio le llamó Rebolledo, aludiendo al bandido de la zarzuela Los diamantes de la corona, y la palabra hizo fortuna entre la juventud maleante. La ceremonia debía de celebrarse a las cinco de la tarde. Los novios partirían en el sud-express poco después. A las tres, la multitud de los convidados invadía los fastuosos salones de la casa de Escudero, en la calle de Alcalá.
Ya sabes que esa señora derrochó dos fortunas en comistrajos... Di una cosa: ayer pusiste para almorzar merluza frita. Es que creí que el médico te mandaría tomarla. Por eso se trajo. Después resultó que no. Oye una cosa... ¿Dónde está ahora Cándida? Está en la Furriela. No temas que te oiga. ¿Por qué no haces, con buen modo, que se vaya a comer a su casa? No me gustan convidados perpetuos.
¡Adiós! ya se disparó... exclamó Marenval con desesperación. ¿Quién detiene ese molino de palabras? ¡Cállate! gritó el coro de convidados. ¡Tragomer! ¡Tragomer! Y los cuchillos golpeaban los vasos en cadencia, con un ruido ensordecedor.
¿Y dónde encontraré á mi tío?.. Me urge... me urge de todo punto dijo el joven con acento impaciente. Yo diré á vuesa merced dónde está su tío dijo un galopín : el señor Francisco Montiño está prestado. ¡Cómo prestado! dijo el oficial. Prestado al señor duque de Lerma dijo otro pinche. Como que está malo de un atracón de setas el cocinero del duque. Y el duque tiene convidados.
Al ver Juana la Larga la iluminación que en su casa había, y cuyo fin ignoraba, receló por un instante que se había excedido en beber vino y que a causa de aquel exceso veía tantas luces. Pronto la tranquilizó Juanita explicándoselo todo. Juana se puso más contenta que unas pascuas. No bien dieron las diez y media entraron casi a la vez todos los convidados.
Palabra del Dia
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