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Había sido soldado en Ultramar y guardia civil en la Península. De sus años de disciplina guardaba un gran respeto a todo poder fuerte, un hábito de sumisión, que le hacía acoger las contrariedades con inquebrantable bondad.

Me ofreció una mano lánguida y me dijo: Buenos días, hija mía; siéntese un instante y deme noticias de su padre. ¿Está mejor? ¿Vendrá a comer esta tarde? Dígale usted que quiero absolutamente verlo... Necesito su filosofía para restaurar la mía, que está muy decaída... Tengo contrariedades que me asesinan. ¿Ha visto usted mi retrato?

Me sentí fuerte y vigoroso para luchar contra todo, para salir vencedor de las mil contrariedades de la vida. Nada me importaba el trabajo, el más duro trabajo; por el contrario le deseaba yo, a diario, constante, sin un momento de reposo. A la verdad: no merecía yo ser objeto de tantas atenciones. ¿Quién era yo para ser tratado de tal manera?

Despues de mil y mil contrariedades, el 25 de Marzo de 1806 se presentaba Miranda en la Costa Firme, á vista de Ocumare, con una corbeta y dos goletas, únicos auxilios que pudo conseguir de la América del Norte. Sus fuerzas de desembarco se componian de unos 200 jóvenes que se le unieron un Haiti.

«Según noticias de buen origen decía el mejicanillo , que acabo de recibir, mi alojamiento en Peleches podría originar grandes contrariedades a mi prima, cuyos entretenimientos y placeres, autorizados y consentidos sin duda alguna por usted, son incompatibles con la presencia continua de un extraño que hasta pudiera suscitar recelos de cierta especie en el afortunado conquistador de los entusiasmos de Nieves.

Entonces, ya que eres una santa, recibe tus contrariedades con paciencia, por amor de Dios. ¡Oh, no, a fe mía! le repliqué decididamente. Quiero amar a Dios, pero creo que

Siguióse en seguida un largo silencio, apenas turbado por el leve murmullo del agua: Pierrepont lo rompió primero, procurando volver a la ligera tonalidad acostumbrada entre los dos. En realidad, usted tiene un poco la culpa en las contrariedades que me está haciendo soportar este matrimonio... porque si no hubiera conocido a usted sería menos difícil.

Las enfermedades y los caprichos de la esposa, los gastos exorbitantes de la casa, el llanto de los chiquillos, las exigencias de la nodriza, todas las miserias y contrariedades de la vida matrimonial en suma, se ofrecían a su imaginación con tal relieve y sabía describirlas tan gráficamente que, escuchándole, a nadie le entraba en apetito el probarlas.

No volvería más á la huerta. En la barraca quedaba la pobre muchacha ocultándose en su estudi para gemir, haciendo esfuerzos por no mostrar su dolor ante la madre, que, irritada por tantas contrariedades, se mostraba intratable, y ante el padre, que hablaba de hacerla pedazos si volvía á tener novio y daba que hablar con ello á los enemigos del contorno.

Necesitaba un buen coche, dos o tres personas, que le acompañaran y sirvieran, y un permiso de las autoridades carlistas para recorrer toda Navarra sin ser molestados ni detenidos. Todo esto era de dificilísima adquisición; pero al fin, con paciencia, actividad y repetidos desembolsos, venció las contrariedades y se dispuso a partir.