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Actualizado: 27 de noviembre de 2025
Resultaba una gran cosa el conseguirla; hacerla su amante; sentirse en el contacto carnal camarada de príncipes y célebres artistas; pero ya que era imposible, ¿a qué insistir comprometiéndose y quebrantando la tranquilidad de su casa? Para olvidarla rebuscaba el recuerdo de palabras y actitudes, queriendo convertirlas en defectos.
En el tono de la voz del joven, o tal vez en el contacto del miserable que luchaba entre sus poderosos brazos, había un no sé qué indefinible y extraño. Sea como fuere, un terror confuso e indefinible se apoderó del corazón del anciano, que murmuró con voz salvaje: ¿Quién es este sujeto? Carlos no contestó.
Solas y teniendo que vivir en incesante contacto, acababan todas ellas por odiarse, como los pasajeros encerrados en un buque durante largos meses. Además, sus hombres las habían acostumbrado al uso del café, bebida de navegantes, y buscaban engañar su tedio con sendas tazas del espeso líquido. Todas tenían los ojos empañados por un vapor histérico.
Los pies también seguían su diálogo; diálogo poético sin duda, a pesar de la piel de becerro, porque la intensidad de la sensación engrandecía la humildad prosaica del contacto. Cuando Ana tuvo fuerza para separar todo su cuerpo de aquel placer del roce ligero con don Álvaro, otro peligro mayor se presentó en seguida: se oía a lo lejos la música del salón.
Sólo con la italiana y la portuguesa tuvo algún contacto. Esta, si se exceptúan las obras de Camoëns, produjo poco original, y, desde la anexión de Portugal á España, rindió más bien tributo á la de su dominadora.
En 1916, los críticos germanófilos llegaron a entrar en Verdun, en el propio Verdun, y si luego abandonaron la plaza, fue, sencillamente, porque el kronprinz no los siguió, y los pobres se encontraron allí solos, sin contacto ninguno con el ejército alemán...
Una mañana, doña Luisa, en vez de entrar en la iglesia de la plaza Víctor Hugo, siguió adelante hasta la rue de la Pompe, halagada por la idea de ver el estudio. Le pareció que con esto iba á ponerse en contacto con su hijo. Era un placer nuevo, más intenso que contemplar su fotografía ó leer su última carta. Esperaba encontrar á Argensola, el amigo de los buenos consejos.
El continuo contacto con estas fantasías le hacía intolerable su vida de jefe obligado a intervenir en los asuntos de sus partidarios, y a riesgo de enfadar a su madre, huía del casino, buscando la soledad del campo.
Estremecíase con el contacto fresco y suave de sus brazos, con el perfume de hermosura sana, que parecía surgir en chorro voluptuoso del escote de su pecho. El soplo de sus labios le erizaba la epidermis del cuello, esparciendo un estremecimiento por todo su cuerpo... Cuando, abrumado por el cansancio, volvió a Mariquita a su asiento, la muchacha quedó tambaleando, pálida, con los ojos cerrados.
Cuando el hombre se pone en contacto con la naturaleza en sí misma, despojada de todas las condiciones que la refieren á individuos; experimenta un sentimiento indefinible, una especie de presentimiento de lo infinito.
Palabra del Dia
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