Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 3 de junio de 2025
Le expliqué, en breves palabras, lo que había descubierto en Italia, refiriéndole mi encuentro con el monje capuchino y nuestra curiosa conversación. Jamás le oí hablar de él a mi padre me dijo. ¿Qué clase de hombre es? Se lo describí lo mejor que pude, y le conté cómo lo había conocido en una comida dada en su casa, durante su ausencia en Escocia con la señora Percival.
Sin embargo, hasta la fecha no he tenido ocasión de comprobar esta idea, que alguna vez surgió en mi fantasía. Voy a abreviar. Estas memorias se van haciendo ya pesadas. De la escena anterior conté a Gloria lo que me pareció, que, como debe inferirse, fue lo que no podía molestarla.
No olvido ni olvidaré jamás que cierto día, en el despacho de Castro Pérez, recibí una buena cantidad en metálico; conté y volví a contar las monedas, las revisé con el mayor cuidado, y estaban completas. Contólas después el jurisperito, y le faltó una. No tardó en salir trémulo y colérico. ¡Aquí falta dinero!... prorrumpió en voz alta, delante de Porras y Linares.
Pensaba poder continuar hoy lo que yo llamo con cierto énfasis «mis estudios históricos,» pero había contado sin la abuela. Lo que le conté del resultado de mis investigaciones la tenía muy contrariada, según pude juzgar por su expresión nada satisfecha, al tomar el desayuno. Estas chiquillas murmuró al sentarse a la mesa, tienen una independencia y unas ideas...
Todo lo que le conté fue el examen que habíamos hecho del escritorio de Blair y lo que habíamos descubierto en él. Debemos ir y ver esa casa de las Encrucijadas, creo yo exclamó cuando hubo visto la fotografía. De King's Cross a Doncaster es un viaje rápido; podemos ir y volver mañana mismo.
Saqué un duro del bolsillo y, tirándolo sobre la mesa, dije: «Ese duro al cinco, señor Llagostera.» Levantó la cabeza, y al verme se inmutó ligeramente; pero, reponiéndose en seguida, me saludó con la mayor desvergüenza: «Buenas noches, compañero.» Cuando le conté la aventura a Villa, se tiraba en la cama de risa.
Al día siguiente conté a mi madre la escena de la noche anterior en Bisusalde, y no sé si dudó de la veracidad de lo dicho por su presunto hermano, o si creyó que querría quitarnos parte de la herencia; el caso fué que mi madre no se conmovió tanto como yo creía, y hasta se me figuró que le pareció mal que yo me comprometiese a ayudar a mi prima.
El clérigo quiso humillarse, pedir perdón.... Salga usted inmediatamente. Salió. Peláez temblando y lívido se atrevió a decir: ¡Cuánto siento!... señor Magistral.... No sienta usted nada. Han venido ustedes en mal día. Estoy nervioso. Quise asustarle, imponerle respeto por el terror... y no conté con mi mal humor; me he exaltado de veras, me he dejado llevar de la ira....
Conté sencillamente cómo había sido nuestro conocimiento y cómo la había amado sin saber si era rica o pobre, incitado, más que por nada, por su carácter franco y abierto y por la bondad de su corazón... Aquí doña Tula dejó escapar una risita irónica, y el enano sacudió su cabeza de tal modo que las colas de zorro dieron varios paseos por la pared en un segundo.
Yo les conté el caso y, al punto, como si en ellos no hubiera mal ninguno, se empezaron a santiguar, diciendo: -No se hiciera entre luteranos. ¿Hay tal maldad? Otro decía: -El retor tiene la culpa en no poner remedio. ¿Conocerá los que eran? Yo respondí que no, y agradecíles la merced que me mostraban hacer.
Palabra del Dia
Otros Mirando