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Actualizado: 29 de junio de 2025
Aresti veía en la muchedumbre muchas caras que le recordaban la faz de San Ignacio. Aquellos rasgos duros, impasibles, de helada firmeza, que se consideraban como signos característicos de una personalidad famosa, resultaban comunes á toda una raza. El médico se fijaba igualmente en las mujeres de los balcones.
El siguió riendo de esta absurda proposición, pero vencido de antemano por la sencillez con que Alicia la formulaba. ¿Y tú?... ¿Por qué no pides tú? ¡Oh, ella!... En el orgullo de su triunfo, se había olvidado de pagar varias deudas contraídas antes de su racha de buena fortuna. Ahora era inútil pedir. Estaba en un mal momento, todos la consideraban caída é incapaz de rehacerse.
Era el caso que en Vetusta los beatos y todo el mundo devoto consideraban el teatro como recreo prohibido en toda la Cuaresma y algunos otros días del año; entre ellos el de Todos los Santos. Muchas señoras abonadas habían dejado su palco desierto la noche anterior, sin permitir la entrada en él a nadie para señalar así mejor su protesta.
Podían exigir el sacrificio de su vida, ¡pero ordenarles que marchasen día y noche, siempre huyendo del enemigo, cuando no se consideraban derrotados, cuando sentían gruñir en su interior la cólera feroz, madre del heroísmo!... Las miradas de desesperación buscaban al oficial inmediato, á los jefes, al mismo coronel. ¡No podían más!
El Comandante de artilleria, D. Francisco Vicenteli, atento siempre á los pasages que se consideraban en mayor peligro, dirigia á ellos desde la plaza mayor un fuego muy vivo, y con tanto acierto, que escarmentaba y contenia á los rebeldes, hasta que poco á poco fueron cediendo y retirándose de las cercanias de la poblacion, y volvieron á situarse en la falda de las montañas inmediatas.
Ni se diga por eso que faltaban juegos y recreos de la clase que los colonos habían presenciado muchos años atrás, en las ferias campestres de Inglaterra, en los que acaso tomaron parte, y consideraban sería conveniente conservar en estas nuevas tierras; por ejemplo, se veían luchas á brazo partido, de diferentes clases, aquí y allí en la plaza del mercado; en una esquina había un combate amistoso al garrote; y lo que más que todo llamaba la atención, en el tablado de la picota á que ya se ha hecho referencia varias veces en estas páginas, dos maestros de armas comenzaban á dar una muestra de sus habilidades con broquel y espadón.
Se le había oído hablar de Sir Kenelm Digby y de otros hombres famosos, cuyos conocimientos en asuntos científicos se consideraban casi sobrenaturales, con quienes se había asociado ó tenido correspondencia. ¿Por qué, ocupando tan alto puesto en el mundo de la ciencia, había venido á la colonia? ¿Qué podría buscar en un país semisalvaje este hombre cuya esfera de acción estaba en las grandes ciudades?
Para aquellas gentes, pegadas desde que nacían al templo, cual excrecencias de la piedra, y que consideraban a los arzobispos de Toledo los seres más poderosos del mundo después del Papa, el único lugar digno de un hombre de talento era la Iglesia. Gabriel fue al Seminario, y la familia creyó que las Claverías quedaban desiertas.
Otras veces protestaba yo con más motivo. Sorprendía las miradas codiciosas de muchas mujeres de mi mundo fijas en él; la invitación agresiva de algunas, que, por ser más jóvenes, se consideraban con derecho á arrebatármelo. ¡Y él, tan bueno, burlándose conmigo de estas pasiones que despertaba, comunicándome otras que yo no podía adivinar!... Tú no conoces tal vez esta juventud que llega detrás de nosotros.
Los griegos, con sus ideas religiosas que los impulsaban a la personificación de todos los elementos, consideraban un sacrilegio el solo intento de modificar los aspectos del mundo conocido, y Esquilo atribuye el desastre de Jerjes a la venganza divina, por la altiva manera con que el monarca persa trató al Helesponto.
Palabra del Dia
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