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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Y toda esta fortuna enorme, que casi se doblaba por año con nuevos descubrimientos, pertenecía por entero á una mujer, la joven princesa, que se consideraba como de la familia imperial por obra de su ascendiente, y había preocupado más de una vez al soberano, á causa de las excentricidades de su carácter.
Pero viéndola en trato familiar con la duquesa de Delille, la consideraba tan importante como la otra, acabando por confundir las cosas de ambas en un interés común.
La poetisa estaba un tanto cabizbaja, no se si porque le parecía mejor lo suyo ó porque, teniendo por detestable el engendro de D. Marcos, consideraba á qué límite de fatal extravío pueden llegar los más esclarecidos entendimientos.
En vez de lamentar su desgracia, la consideraba lógica. ¡Una mujer metida á ganar dinero!... Las mujeres sólo pueden conseguirlo de manos del hombre, y es inútil que lo busquen por sí mismas, ni aun apelando al juego. El juego también es empresa de hombres.
Si con estas condiciones queréis entrar a ser soldado de nuestra milicia, en vuestra mano está, pues faltando alguna dellas, no habéis de tocar un dedo de la mía. Pasmóse el mozo a las razones de Preciosa, y púsose como embelesado, mirando al suelo, dando muestras que consideraba lo que responder debía.
Todo esto lo decía Lucía con mil rodeos y disimulos; pero el Comendador, si bien lo comprendía, juzgaba aún que ella podía engañarse y tomar por amor otros sentimientos de respeto y afección casi filial; por donde no hallaba justo ni honrado prevalerse tal vez de una alucinación de aquella linda muchacha para lograr lo que consideraba una felicidad para él.
No habían pagado los dos últimos meses de inquilinato al señor Vicente; debían en varias tiendas de la calle; él tendría que renunciar a la peseta que le daba de vez en cuando para tabaco, a los banquetes de «juventud», a aquellos gastos que consideraba necesarios para «hacerse ver», para «refrescar» el nombre literario.
Amparo realizaba mis sueños: era la mujer que yo había buscado en vano, la mujer que hablaba a mi corazón y a mis sentidos; pero... Amparo no me amaba: si me hubiera amado yo lo hubiera comprendido; Amparo me consideraba como su protector, como su padre: Amparo se resignaba a cumplir mi voluntad hasta el punto de casarse con el hombre que yo la designase... y Amparo amaba... Amparo sufría... sus ojos, mi alma habían apurado su sufrimiento... Amparo no era mía... había visto por un momento mi fantasma y me le arrebataba Dios.
Por primera vez entonces percibí con completa claridad la idea de la patria, y mi corazón respondió a ella con espontáneos sentimientos, nuevos hasta aquel momento en mi alma. Hasta entonces la patria se me representaba en las personas que gobernaban la nación, tales como el Rey y su célebre Ministro, a quienes no consideraba con igual respeto.
Sin embargo, pusieron animosamente manos á la obra de reconocer el inmenso hacinamiento. Trabajaron cuatro días con cuatro noches, y cuando llegaron con los azadones al techo de la primera casa, oyeron cánticos que se respondían unos á otros. Eran las voces de los amigos cuya perdición se consideraba segura.
Palabra del Dia
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