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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Aducía repetidos hechos reales, por los que todo hombre de buen criterio debía sentirse herido; censuraba la ligereza de los preceptos sociales y más todavía la de las pasiones; condenaba la facilidad de las conciencias cualesquiera que fueran las causas, ambición, gloria o vanidad.
En resolución, dijo que era la gente de más o de tanto provecho que había en su hermandad, y que de todo aquello que por su industria se hurtaba llevaban el quinto, como su Majestad de los tesoros; y que, con todo esto, eran hombres de mucha verdad, y muy honrados, y de buena vida y fama, temerosos de Dios y de sus conciencias, que cada día oían misa con extraña devoción....
Podía tocarse con la mano, parecía que iba á aplastar con la pesadez de su grueso artesonado, todo cubierto de oro, con florones en sus profundos encuadramientos. El hermano explicaba con cierto orgullo el origen de los cuadros y las telas que adornaban las paredes. Eran regalos de princesas y reinas: testimonios de agradecimiento, de las altas conciencias sometidas á la Compañía.
Suple hoy á tantas virtudes medio borradas en las conciencias, á tantas creencias casi muertas, juega en el estado de nuestra sociedad un papel tan tutelar, que jamás pasará por mi imaginación la idea de debilitar sus derechos, de discutir sus decretos ni de subordinar sus obligaciones.
¡Cuánto tiempo perdido! dijo el filósofo, y avanzó por el agua hasta poder ser oído de los de la tartana : ¡Señor condenado, señor maldito! gritó con aire burlón , ¿ha olvidado usted que estas santas gentes no se acercarán si el reverendo, con su presencia, no tranquiliza las conciencias tímidas de estos corderos? Y volvió a unirse a sus compañeros que le maldecían.
Recordaba Ana, como si acabara de oírlas, frases de su padre y de aquellos señores: «el clero corrompía las conciencias, el clérigo era como los demás, el celibato eclesiástico era una careta». Todo esto que había oído sin entenderlo volvía a su memoria con sentido claro, preciso, y como otras tantas lecciones de la experiencia.... ¡Querían corromperla!
Las embusteras son ustedes... ustedes, con esas conciencias cargadas de crímenes... Doña Lupe cruzaba las manos y miraba al Cielo, invocando la justicia divina. Fortunata expresaba un gran abatimiento, cual si su paciencia tocase ya al punto en que agotarse debía. «Mira dijo la viuda , vete a la botica, ponte a trabajar, y con la distracción se te despejará la cabeza».
Las ruinas no deben entristecernos ni arredrarnos. No hay revolución ni cataclismo que baste a derribar el edificio erigido por esa nuestra fe superior e inmortal, ni que pueda conmover la base De la admirable catedral inmensa, Como el espacio transparente y clara, Que tiene por sostén el hondo anhelo De las conciencias, la piedad por ara Y por nave la bóveda del cielo.
Pero, si Martín no abría los libros, abría y registraba las conciencias; conocía a sus maestros a fondo, y a don Josef como a su faltriquera. Había descubierto que la condición predominante del carácter de don Josef, era la avaricia, y ponía en juego todos aquellos medios que pudiesen darle por resultado la explotación de este defecto.
El furor de los guerreros de 1808 sólo había cambiado de lugar y de forma, porque continuaba en el campo de las Conciencias y de las ideas.
Palabra del Dia
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