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Actualizado: 12 de junio de 2025
Por más que digas, a ti te gustan las novelas, las complicaciones, las situaciones escabrosas; tienes exactamente la fuerza necesaria para rozar las dificultades sin averías y bastante debilidad para saborear delicadamente las angustias. Tú te procuras todas las emociones extremas, desde el miedo de ser un mal hombre hasta el placer orgulloso de reconocerte casi héroe.
Hay también otro tercer amante, despreciado de aquella primera dama, que corría en las primeras escenas las calles de Madrid; y de todos estos amoríos, que se cruzan, dimanan sucesos de todas clases: se confunden entre sí dos damas tapadas, y una escucha desde una puerta inmediata palabras, que, por equivocación, se dirigen á su rival; el galán se esconde, porque oye ruido; es descubierto el segundo, y surge un desafío, interrumpido por la llegada del hermano; y después de otras complicaciones análogas, se desata el enredo de la misma manera que se ha formado, terminando con dos ó tres casamientos, sin contar el del gracioso con la criada.
Por fin, haciendo un esfuerzo para disimular su violenta contrariedad bajo el barniz mundano, dijo Raúl con sonrisa forzada: Es una gran noticia, que acaso sea buena... No me atrevo a declararlo, pues va a crearnos serias complicaciones. ¡En fin! no importa; ese pequeño personaje no dejará por eso de ser bienvenido... ¡Oh! Raúl...
¡Diablo! dijo don Pedro , del mal el menos; es buena moza cuanto puede pedirse, y parece honrada y buena... ¿qué diablos de complicaciones...? una querida más... y una pensión más... porque si no es mi querida, sospechará... podrá presumir, y es necesario que no presuma.
Aquellas, quedando concentradas en la Casa Real y bajo la gestión del Gobernador, no producirían los entorpecimientos, complicaciones y gastos que hoy se originan. Para los que pregonan las excelencias de la división de, poderes, solo les diremos que prácticamente se han visto los resultados de la centralización en el cobro de rezagos.
Observemos de dónde proceden casi todas las revoluciones, casi todas las turbulencias, la mayor parte de los conflictos en las sociedades modernas, y en todas esas complicaciones y tumultos hallarémos algun orígen económico, algo administrativo, algo que dice relacion al Tesoro público, á la Hacienda, al Erario; hallarémos algo estadístico. ¿Cuántas caidas de gabinetes no han sido producidas por un empréstito? ¿Cuántos tumultos no han tenido por causa una contribucion? ¿A cuántas crísis gubernamentales no han dado lugar los presupuestos? ¿Cuántos gobiernos no han perdido, y pierden el poder todos los dias, bajo el peso de una bancarota?
Lo uno es más fácil, y es campo abierto a todos; lo otro es para pocos, y quien lo alcanza se acerca a las primitivas y sagradas fuentes de la poesía humana, crecida y arrullada con los halagos de la madre Naturaleza; y con verlo todo más sencillo, lo ve más próximo a su raíz, más íntegro y más hermoso, y se levanta enormemente sobre todo este conjunto de estériles complicaciones, de interiores ahumados, de figuras lacias, de sentimientos retorcidos y de psicologías pueriles, de que vive en gran parte la novela moderna.
En cambio, las complicaciones de la vida moderna, con sus crecientes necesidades, favorecen la pasión del juego y hasta la agravan. El príncipe le interrumpió. Tal vez era cierto lo que decía, pero ¡qué vicio deprimente el juego! Los seres más razonables se dejaban dominar por él, hasta perder su inteligencia ordinaria.
Sabía perfectamente que con una aventurera a quien no se debe exigir fidelidad, es posible prolongar ciertos devaneos; pero profesaba la máxima de que, tratándose de una mujer no pervertida, es peligrosísimo pasar al segundo mes, porque suelen sobrevenir aquellas lamentables complicaciones a que tanto horror mostraba el gran don Francisco de Quevedo.
Calculaba además las complicaciones y desembolsos de una partición judicial de nueve estancias considerables, centenares de miles de reses, depósitos en los Bancos, casas en las ciudades y deudas por cobrar. ¿No era mejor seguir como hasta entonces?... ¿No habían vivido en la santa paz de una familia unida?... El alemán, al escuchar su proposición, se irguió con orgullo. No; cada uno á lo suyo.
Palabra del Dia
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