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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Se caminó de mañana, y comenzamos á pasar el Saladillo, de mucho pantano y agua, que tiene de largo mas de seis leguas, siendo imponderable el trabajo para pasar la carretilla; pues aun de los que pasaban en su caballo cayeron varios, y entre ellos el Comandante, metiendosele el caballo de ancas hasta el cimiento de la cola, viéndose precisado á echar pié á tierra y sacarlo de la rienda.
Pues bien; a eso de las cuatro, al ponerse el Sol, salimos por la poterna del arsenal, subimos a los caminos cubiertos y nos encaminamos por la avenida de las Vacas, con el fusil al brazo y a paso de carga. Diez minutos después comenzamos a hacer fuego graneado sobre los que se hallaban en el abrevadero.
Sacudió Neluco dos cachiporrazos sobre la claveteada puerta del estragal; y sin esperar a que le contestaran arriba, entramos en él y comenzamos a subir la escalera. A la puerta en que ésta terminaba, nuevos cachiporrazos del médico. Enseguida levantó éste el pestillo, y nos colamos dentro: un crucero de pasadizos por el arte del de la casona de mi tío Celso.
Salúdale, y saludóme; pregúntele dónde iba, y después que nos pagamos las respuestas comenzamos a tratar de si bajaba el turco y de las fuerzas del rey. Comenzó a decir de qué manera se podía ganar la Tierra Santa, y cómo se ganaría Argel; en los cuales discursos eché de ver que era loco repúblico y de gobierno.
Comenzamos á trepar lentamente, sobre los bancos de hielo para llegar, por en medio de profundas grietas, hasta la gruta principal abierta en el fondo de una ancha hendedura en forma de callejón. Descendimos y entramos por la boca principal. La cavidad de la gruta era apénas de unos cinco piés de anchura y nueve de elevacion, y seguia un giro tortuoso, en una longitud de 35 metros.
Partillo hemos desta manera: tú picarás una vez y yo otra, con tal que me prometas no tomar cada vez más de una uva. Yo haré lo mesmo hasta que lo acabemos, y desta suerte no habrá engaño." Hecho ansí el concierto, comenzamos; mas luego al segundo lance el traidor mudó propósito y comenzó a tomar de dos en dos, considerando que yo debría hacer lo mismo.
El irlandés comenzó a bajar sin hacer el menor ruido; cuando la cuerda dejó de estar tensa, se descolgó Ugarte, y después fui yo. Hubo un momento, al descender, que creí que el centinela me estaba mirando; pero, sin duda, fué ilusión mía. Bueno; vamos. Soltamos las tablas de la cuerda y comenzamos a nadar los tres hacia la costa. Había mucha mar.
-Verdad dice esta doncella -dijo el cura-, y será bien quitarle a nuestro amigo este tropiezo y ocasión delante. Y, pues comenzamos por La Diana de Montemayor, soy de parecer que no se queme, sino que se le quite todo aquello que trata de la sabia Felicia y de la agua encantada, y casi todos los versos mayores, y quédesele en hora buena la prosa, y la honra de ser primero en semejantes libros.
Al hacerse de noche izamos la vela de la ballenera y comenzamos a navegar hacia el norte. El capitán quería apartarse del derrotero habitual y desembarcar en alguna de las Canarias.
Y, no contento con esto, me arrojé sobre él con rabia, dirigiéndole con los golpes mil denuestos: ¡Canalla! ¡Granuja! ¡Tío indecente! Suárez, repuesto un poco, me echó las manos al cuello, y comenzamos a forcejear furiosamente. Los dos estábamos bastante cargados de alcohol; pero yo era más alto y más fuerte.
Palabra del Dia
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