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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Entonces se dirigió á casa del gobernadorcillo, pero le dijeron que el gobernadorcillo no estaba, que estaba en el convento; se fué al Juez de Paz, pero el Juez de Paz tampoco estaba, había sido llamado al convento; se fué al teniente mayor, tampoco estaba en el convento; se dirigió al cuartel, el teniente de la Guardia Civil estaba en el convento... El viejo entonces se volvió á su barrio llorando como un niño: sus ahullidos se oían en medio de la noche; ¡los hombres se mordían los labios, las mujeres juntaban las manos, y los perros entraban en sus casas, medrosos, con la cola entre piernas!
Por la fatiga que sentía, por el calor que lo abrumaba, por la tirantez de su ropa en toda dirección y por otros detalles concurrentes, calculaba Lorenzo haber andado varias leguas, cuando al volver la cabeza por un movimiento de instintiva curiosidad, vio a corta distancia que Águeda desataba la cola de la lechera negra.
Sea lo que fuere de esta tradición, ello es que La Tarasca, á que me refiero, es una serpiente de monstruosa magnitud, de vientre enorme, larga cola, pies pequeños, garras retorcidas, ojos amenazadores y boca horrible y proeminente; su cuerpo está sembrado de escamas.
Un enorme y lanudo perro blanco, llamado Palomo, de la hermosa casta del perro pastor de Extremadura, dormía tendido cuan largo era, ocupando un gran espacio con sus membrudas patas y bien poblada cola, mientras que Morrongo, corpulento gato amarillo, privado desde su juventud de orejas y de rabo, dormía en el suelo, sobre un pedazo de la enagua de la tía María.
Esto de la falda alzada no era permitido más que al arzobispo, por lo cual, cuando los canónigos que estaban en el Coro supieron la forma en que el inquisidor llegaba á la puerta del templo, mandaron á decirle con urgencia, que si quería entrar en la Catedral se dejase de que le llevaran la cola.
Habían ya llegado al cortijo casi todas las bandas de trabajadores y en la puerta de la gañanía sacudíanse mantas y refajos, derramando a chorros el agua sucia, cuando Rafael se fijó en un pequeño grupo rezagado que se aproximaba lentamente bajo la cortina oblicua de la lluvia. Eran dos hombres y un borriquillo cargado con un serón, bajo el cual apenas si asomaban las orejas y la cola.
Pero si es cobarde, la gavilla de toreros lo acosa con brutalidad, lo vilipendia con las banderillas, lo atonta con los capeos grotescos, lo hala de la cola, lo acogota y aniquila como á un ladron vulgar y despreciable. Para el guapo la espada; para el cobarde la punta del innoble cachete.
Y entonces, cuando me puse a reflexionar, vi que el espíritu significaba bien poca cosa en la mayor parte de los hechos, puesto que vos queréis poder pegar varios objetos juntos y la cola ser mala, y en ese caso, ¿qué resulta?
Quién hincaba el diente en el novio, hambrón madrileño, con mucho aparato y sin un ochavo, venido allí a salir de apuros con las onzas del señor Joaquín. Quién describía satíricamente la extraña figura de Lucía la mocetona, cuando estrenase sombrero, sombrilla y cola larga.
Resonó de pronto la puerta con dos golpes dados por una mano. El perro, que se había erguido momentos antes como adivinando la presencia de alguien en el porche, estiró el cuello, pero no ladró, moviendo la cola con tranquilidad.
Palabra del Dia
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