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Actualizado: 17 de mayo de 2025


En sueños, el avaro es generoso, y tal vez quien despierto no se desprende de un maravedí, para socorrer a un pordiosero, es capaz soñando de prodigar todas las riquezas de los Cresos y de los Fúcares. El cobarde puede soñar que es valiente. Hasta por lo mismo que despierto le humilla y le atormenta su incurable cobardía, en sueños se consuela creando y atribuyéndose el denuedo de que carece.

Con que una muchacha prefiera a otro, ¿verdad? No señor, no es eso; entre nosotros hay ciertas leyes... Lo que en otro cualquiera no es cobardía, pongo por caso, en uno de nosotros lo es... Luego hay el espíritu de cuerpo... Si los compañeros saben que V. no ha quedado encima en cualquier cuestión, le dejan de saludar y le obligan a salirse del cuerpo... La verdad es que la milicia es una cosa muy seria, y que no se puede jugar con ella.

Su abandono arrastraba consigo la cobardía y la degradación. Conocía mejor que sus parientes la biografía de los grandes duelistas y gens des armes de París. Podía describir con pelos y señales los desafíos que habían tenido y la gravedad de las heridas. En cuanto se anunciaba un asalto entre dos maestros, por ejemplo Jacob y Grisier, ya estaba nuestro caballero excitado.

Todavía se conformaba Elisa con explicárselo todo por cierta cobardía, desidia o pobreza de espíritu, que retraía al Conde de lo difícil y le inclinaba a lo fácil; que le inducía a apartarse de los caminos ásperos y de escarpada subida para seguir los senderos trillados y llanos.

Además que, si bien es temerario buscar el peligro, es cobardía no saber arrostrarle y huir de él cuando se presenta. No lo dude Vd.: yo veo en Pepita Jiménez una hermosa criatura de Dios, y por Dios la amo, como a hermana. Si alguna predilección siento por ella es por las alabanzas que de ella oigo a mi padre, al señor vicario y a casi todos los de este lugar.

Pero viéndole dudoso, con los ojos espantados aún, se levantó, teniendo la niña en los brazos, abrió la puerta y cambió algunas palabras con Jacoba que, en efecto, estaba allí. Después de entregarle la criatura y cerrar, volvió de nuevo a sentarse. ¿Cómo eres tan cobarde, di? No es cobardía repuso él ruborizado. Es que estoy siempre sobresaltado... No lo que me pasa... La conciencia quizá...

Me atrevo á decir: yo no lo quise, Dios nos ha hecho libres, y si yo hubiera podido dudar de esta verdad hasta entonces, aquel momento supremo en que el alma y el cuerpo, el valor y la cobardía, el bien y el mal se entregaban en tan patentemente á un combate mortal, aquel momento, repito, habría disipado para siempre mis dudas.

Y la expresé mi desdén, mi desprecio: «¡No es cierto! ¡Tiene usted miedo! ¡Es usted cobarde!...» Ella asintió: «; soy cobarde: el arma está allí, la mano me tiemblaYo tomó el arma, se la alcancé: «Llame usted a su valor, si todavía lo tiene, si jamás lo ha tenidoElla juntó las manos suplicante: «¡Máteme usted, líbreme usted!...» Mi desdén aumentaba ante tanta cobardía.

Al fin, cuando terminamos, y juntos atravesamos el gran hall para volver a la biblioteca, le dije: ¿Va a permitir que el desgraciado incidente de anoche pase inadvertido? Si lo hace, me temo que ese hombre pueda cometer otro atentado contra su vida. Será ciertamente mucho mejor que sepa, una vez por todas, que yo he sido testigo de su infame cobardía. No respondió en voz baja y dolorida.

Su mujer estaba en el cementerio; y al hablar de ella humedecíanse sus ojos, por el recuerdo, sin duda, de las palizas que la había dado. Ahora tenía con él a la Borracha, la trapera más sucia y mal trabajadora que existía desde Bellasvistas a Fuencarral. Un dragón con faldas, señores; él no se avergonzaba de confesar su cobardía.

Palabra del Dia

bagani

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