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11 Y dijo Aarón a Moisés: Te ruego, señor mío, no pongas ahora sobre nosotros pecado; porque locamente lo hemos hecho, y hemos pecado. 12 No sea ella ahora como el que sale muerto del vientre de su madre, consumida la mitad de su carne. 13 Entonces Moisés clamó al SE

De pronto, don Quijote hizo un molinete con la lanza obligando a que todos se alejaran del lecho, y clamó con voz colérica e imperativa: ¡Basta ya, chusma cobarde y desenfrenada! ¡Apartaos! ¿No veis que es un solo hombre al que todos acosáis? ¡Dejadlo que combata conmigo solo en singular batalla, y Dios dirá de qué parte están la razón y la justicia!... He ahí mi guante, Cide Hamete Benengeli, y salgamos a luchar en campo abierto, si no miente vuestro nombre y corre aún sangre en vuestras venas.

Y de pronto un aullido corto, metálico, de atroz sufrimiento, tembló bajo el corredor. ¡Federico! la voz traspasada de emoción de mamá ¿sentiste? respondí, deslizándome de la cama. Pero ella oyó el ruido. ¡Por Dios, es un perro rabioso! ¡Federico, no salgas, por Dios! ¡Juana! ¡Dile a tu marido que no salga! clamó desesperada, dirigiéndose a mi mujer.

59 Y apedrearon a Esteban, invocando él y diciendo: Señor Jesus, recibe mi espíritu. 60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les imputes este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió en el Señor. 1 Y Saulo consentía en su muerte. 2 Y llevaron a enterrar a Esteban varones píos, e hicieron gran llanto sobre él.

¡No, señora, que es a vino! exclamó Amparo. ¡A vino! clamó la impedida alzando los brazos tan escandalizada como si ella sólo catase el agua, porque en el pueblo los viejos, con sinceridad completa, se otorgan a propios el derecho de «echar un trago» que niegan a los mozos . ¡A vino! ¡ quiéreste perder, condenado!

Vean ustedes si Pepe Vera sabe jugar con el toro clamó el joven sentado junto a Stein, con voz que a fuerza de gritar se había enronquecido. El duque fijó entonces su atención en Marisalada. Desde su llegada a la capital de Andalucía, ahora fue la primera vez que notó alguna emoción en aquella fisonomía fría y desdeñosa. Hasta aquel momento nunca la había visto animada.

¡Usted! clamó sin cesar de reír . ¡Vaya una ocurrencia, don Julián! El capellán bajó los ojos y frunció el rubio ceño. Sentía cierta vergüenza de su sotana, que le inutilizaba para prestar el menor servicio en tan apretado trance. Y al par que sacerdote era hombre, de modo que tampoco podía penetrar en la cámara donde se cumplía el misterio.

2 y clamó con fortaleza a alta voz, diciendo: Caída es, caída es Babilonia la grande, y es hecha habitación de demonios, y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave sucia y aborrecible.

5 Y Pablo dijo: No sabía, hermanos, que era el príncipe de los sacerdotes; pues escrito está: Al príncipe de tu pueblo no maldecirás. 6 Entonces Pablo, sabiendo que una parte era de saduceos, y la otra de fariseos, clamó en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo: de la esperanza y de la resurrección de los muertos soy yo juzgado.

11 Y clamó Asa al SE