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Actualizado: 3 de mayo de 2025


El Cantar de los cantares es un admirable libro simbólico, me dijo. ¿Y no has leído más? ; , señor, los sermonarios de Bossuet y de Fenelón. ¿Y nada profano? ; , señor, la historia universal de Anquetil, el Telémaco, el padre Mariana y las poesías de nuestros clásicos. ¿Y novelas?

En ver esto, en recordar los sitios donde anduve de chico, en paladear y saborearlo todo, he pasado más de un mes sin hacer mucho caso de visitas y de prácticas sociales. Mi madre quiere ayudarme a la reconquista de mi calidad luzarense, haciendo ella misma una porción de guisos complicados y de postres clásicos del país. Esto te gustaba mucho antes me dice. ¿De veras?

Grande y muy envidiable mérito es éste; pero no llega, ni con mucho, al del autor que produce algo, no fuera de moda, sino superior a la moda y que ha de persistir cuando la moda pase, porque toda moda ha de autorizarse y justificarse, comprendiéndolo en vez de desecharlo. Así los clasicistas del siglo del renacimiento y del de Luis XIV ponían a Homero a la cabeza de los clásicos.

Supongo será esto porque, como los indios son tan rudos, no piensen es desaire que se les hace, o que el teniente, en ausencia del gobernador, le usurpa aquel honor; en fin, ello así se practica. A los cabildos da la paz un acólito, y el cura les da el agua bendita a la puerta de la iglesia los días más clásicos; pero al gobernador todos los festivos.

De muy distinta especie son dos tragedias, impresas en Madrid en 1577, que escribió Jerónimo Bermúdez, fraile dominico de Galicia, bajo el pseudónimo de Antonio de Silva . Parécense á aquellos ensayos antiguos, de que hablamos, que intentaron imitar á los clásicos griegos y latinos, aunque revelan más gusto y poesía.

Hay también un vocabulario de filosofía y otro de economía política; hay, además, en su edición lyonesa de 1675, el curiosísimo Tesoro de las dos lenguas, francesa y española, que compuso César Oudín, «intérprete del rey». La consola es de nogal. Los pies delanteros son ligeras columnillas negras con capiteles clásicos de hueso, con sencillas bases toscanas.

Entremeses nuevos, escogidos de los mejores ingenios de España: Zaragoza, 1660. Migajas del ingenio y apacible entretenimiento en entremeses: Zaragoza, Diego Dormer, 1674. Tardes apacibles de gustoso entretenimiento: Madrid, 1663. Arcadia de entremeses, escritos por los ingenios más clásicos de España: Madrid, 1723.

El emperador Chung trepó á esa cima hace cuatrocientos treinta años, según lo recuerdan los anales clásicos del país. Confucio también quiso subir, pero la pendiente es muy áspera; el filósofo no pudo con ella, y todavía se enseña el sitio en que emprendió la bajada á la llanura.

En cualquier parte del mundo habrían llamado la atención. Una de ellas, la señorita de Caicedo Rojas, tiene la intuición maravillosa de los grandes maestros. La intuición, porgue nunca ha salido de Bogotá y no ha podido, por consiguiente, asimilarse la tradición de los conservatorios europeos respecto a la interpretación de los clásicos.

Coquelin, más astuto, establece ciertas clasificaciones: para traducir á los clásicos exige una irreprochable «dicción»; para la interpretación de obras inferiores, una buena presencia, y en la voz un «tic» agradable.

Palabra del Dia

ancona

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