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Actualizado: 16 de octubre de 2025


Habría sido sorprendente dijo ella sentándose en un alto sillón, cuya forma rígida armonizaba con el aspecto altivo de su persona, que no hubiera sido bien recibida nuestra demanda. La contestación es conforme a tus esperanzas, hijo mío. ¿Cómo ha encontrado usted a María Teresa y a los Chanzelles?

El ejemplo mismo de su querido maestro no le había servido; porque si él, a pesar de su labor de obrero, había permanecido caballeresco, es porque se llamaba Aubry de Chanzelles, y de nacimiento poseía esa ciencia de la delicadeza que no se adquiere jamás. Afligido, Juan se sentó al borde de un sendero que baja casi cortado verticalmente hacia el mar, a lo largo de la barranca.

El grupo encantador que ustedes formaban no estaba completo explicó Huberto. Yo esperaba a la señorita de Chanzelles para traerla con ustedes. Por su buena intención, yo lo perdono dijo Diana pegando ligeramente con el abanico en el hombro del joven. ¡Pero cuidado con hacerlo otra vez!

La fortuna del señor Chanzelles está colocada en negocios, y no puede dar a su hija más que sesenta mil pesos en dinero efectivo; pero le pasará una renta anual de tres mil pesos. Importa ahora saber si la casa Aubry es bastante sólida para garantir el pago regular y continuo de la renta prometida. El señor de Chanzelles me ha expresado también su deseo de que no permanezcas desocupado.

Distraídamente sacó una cigarrera de su bolsillo y tendiéndola hacia su compañero: ¿Quieres uno? dijo. No, gracias. Son exquisitos... Me gusta el tabaco sin perfume; el tuyo no puede ser apreciado por un plebeyo como yo. ¡Como quieras!... Jaime Aubry de Chanzelles conocía demasiado a su amigo para insistir.

Absorto en estas meditaciones, se encaminaba hacia la Magdalena. Un violento deseo de ver a María Teresa lo dominó de pronto; se detuvo al borde de la acera, levantó su bastón en ademán de llamar: un fiacre se aproximó. Se hizo conducir a casa de los Chanzelles esperando que la linda cara de su novia, disiparía el fastidio que esta conversación había dejado en su espíritu.

Además, la joven estaba tan habituada a los cuidados, a las atenciones de Juan, que le parecían perfectamente naturales. ¿No habría acaso también en el fondo de aquel ser de gracia y de belleza, algún otro sentimiento? Aunque Juan se hubiera transformado, ¿no permanecería siendo para ella, el hombre del pueblo que debía su elevación a la generosidad del señor de Chanzelles?

Excúseme usted, querida amiga, estoy admirando. Es la primera vez que tengo el honor de venir a casa de la señora de Chanzelles; me pongo, pues, en contacto con lo que me rodea. Es una precaución, para , indispensable; ciertos muebles me son tan antipáticos, que no podría verlos dos veces, y el más insignificante bibelot me abre horizontes sobre el gusto y la calidad del alma de sus poseedores.

Al fin, la dura prueba terminó; un antiguo amigo de la familia de Chanzelles, compadecido de la situación lastimosa en que vegetaban el tío y el sobrino, ofreció a Pablo un puesto bastante ventajoso en la fábrica de cristales de que era propietario en Creteil. Pablo aceptó con alegría.

He dicho «hablemos seriamentenada más. Hagamos proyectos para el porvenir ¿quiere usted? Por ejemplo ¿ha encontrado alguna ocupación que pueda convenirle? ¿Cómo? exclamó Huberto, en tono de burla ¿usted también piensa en eso? Creía que era una idea exclusiva del señor de Chanzelles, y que yo era libre de seguir sus consejos.

Palabra del Dia

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