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Actualizado: 30 de abril de 2025


El día que vuelva a mi ramo, no admito credencial que sea inferior a treinta. Pero como aquí se hacen mangas y capirotes de los derechos adquiridos... ¡qué país! Yo entré en Penales con ocho, después me pasaron a Instrucción Pública con diez, luego cesante, y al fin, para no morirme de hambre, tuve que aceptar seis en Loterías.

A los veintidós años entró, como crítico de artes, en la redacción de El Orden, desde cuyas columnas defendió los atrevimientos revolucionarios de Rodin, Pissaro, Claudio Monet, etc.; pero la novedad de sus opiniones y las violencias de su estilo, le dejaban cesante poco después.

Ni el pretendiente que en fuerza de cortesías llega á retratarse en los tersos botones de portero de Ministerio, ni el aspirante á rica dote ante exigente futura suegra, ni el candidato extra-oficial en distrito cunero, ni el cesante con ocho hijos frente á despótico casero, tolera las injusticias, los desaires, las cavilaciones y los sudores que sufre y aguanta con estoica resignación el indio ante la bronceada deidad de sus pensamientos.

El estudiante se licencia en leyes; nuestro licenciado se casa; el casado se hace juez; el juez no tiene lo que necesita para vivir; pero no recibe de nadie un maravedí por sus legítimos derechos; abandona el juzgado; el cesante, viene á Madrid; se hace banquero, el banquero se hace diputado, el diputado se hace ministro.

El maestrante se repuso inmediatamente y, doblando la carta y guardándola, respondió haciendo esfuerzos por asegurar su voz, que temblaba: Nada, un recomendado mío que se queja de que le han dejado cesante... ¡Ese gobernador! No tiene memoria ni formalidad ninguna. Inquieta ya y esperando con ansia los acontecimientos se retiró a su gabinete.

Véase aquí cómo supo embarcarse en bajel seguro y mantener en su compañía a la veleidosa fortuna, su hermana querida y tutelar maestra. El ministro de Hacienda, D. Antonio Martínez, que ya le tenía en capilla para dejarle cesante de su pingüe destino en el Consejo, cejó en sus intenciones perversas.

Mis reiteradas instancias no hicieron desistir a Bringas de su propósito de desalojar la casa. Su señora, que entró en mi despacho a darme gracias el día mismo de la mudanza, díjome que habían tomado una casa muy modesta, pero que tomarían otra mejor, pues ella no podía vivir en un tugurio estrecho y más alto que la torre de Santa Cruz. ¡Bringas cesante, Paquito cesante!

Como el ministerio entrante no estaba dispuesto, según había afirmado en el Congreso por boca de uno de sus miembros más autorizados, «a tolerar imposiciones de nadieprocedió inmediatamente y con saludable energía a dejar cesante a Juan, buscándole un sustituto que en sus maniobras musicales ofreciese más garantías o fuese más adicto a las instituciones.

Pero ¿quién puede ver en lo futuro más allá de sus narices? Mi cabeza fué la primera que cayó. Tengo para , que cuando á un empleado lo declaran cesante, ó, para hablar metafóricamente, le cortan la cabeza, rara vez, ó nunca, es aquella la época más feliz de su vida.

Durante muchos años vivieron amantes y felices con el producto de su trabajo; pero llegó un día en que él quedó cesante, porque fue preciso emplear al sobrino del querido de la querida de un ministro, y a ella le faltó labor porque pasaron de moda los encajes.

Palabra del Dia

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