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Actualizado: 12 de noviembre de 2025
¿D. Álvaro está? Tardó en contestar. ¡Ya se ve que está! respondió al cabo. No sale nunca. ¿Y se le puede ver? ¿Por qué no? Pues avísele usted que el teniente cura de la parroquia desea hablar con él por encargo de su señora hermana D.ª Eloisa. No hay necesidad. Venga usted conmigo replicó bruscamente. Y después de cerrar y trancar con cuidado la puerta, echó a andar delante.
Tomó un coche y apenas entró en él se sintió tan mareada, a causa del movimiento y de su propia debilidad, que hubo de cerrar los ojos e inclinar la cabeza para no ver las casas volteando en torno suyo. «Debí haber tomado un caldito antes de salir... Pero a buena hora me acuerdo.
Era mi madre en toda su belleza, menos la de los ojos, pero flotando su mirada al través de la eternidad; mis labios tocaron con cariño y horror aquella frente, ¡aquel ataúd, al volverse a cerrar, guardaba ya mis lágrimas!
Al otro día, sábado, se jugaba a las cartas en casa del inspector... Y en lugar de estar en su casa, tiritaba de frío allí, en aquella maldita callejuela, ante aquella maldita casa, albergue de estudiantes melenudos. ¿Qué había ido a hacer en tal sitio? De repente, se abrió la puerta de la casa y se volvió a cerrar con violencia, después de dar paso a dos estudiantes.
En estos casos la fe debe salvar; pero en el caso de Doña Blanca no había fe que valiese contra la evidencia que ella tenía. Cerrar los ojos, vendárselos y remedar fe era una infamia. D. Fadrique, condenando en su corazón y en su inteligencia serena los furores de Doña Blanca, la aplaudía y ensalzaba de que pensase con rectitud y con nobleza.
Entonces íbamos nosotros a restablecer el orden; pero, si se juntaban los dos bandos, teníamos que retirarnos a popa y algunas veces meternos en la cámara y cerrar la escotilla, sacar los rifles y prepararnos para la defensa.
MODO DE HACER LOS HELADOS. La heladora o garrafa o molde que ha de servir para los helados ha de estar bien limpia y ha de cerrar herméticamente.
Bien el delito acrimina Lo escrito deste papel; La sentencia escribió en él, Si bien mi mortal ruína. Yo el pecho te he de pasar, Y á mí la congoja fiera: Aquesto ha de ser assí; Que me mate á mí el dolor, Y el hacero del honor, Mayor, que te mate á ti... Este quarto he de cerrar, Pues ya es noche, hasta bolver, Que un modo nuevo ha de ver El mundo para matar.
Siéntese usted, señora la dijo, depositando la paleta y el pincel sobre una silla. Sentóse, en efecto, en una butaca. Don Jaime permaneció en pie. Hay que cerrar la puerta dijo ella tratando de levantarse nuevamente. Pero el caballero se apresuró a hacerlo. Después vino a colocarse frente a la dama, cuadrando los pies en actitud exageradamente respetuosa, esperando a que ella hablase.
Desde este momento nada quedaba que hacer para los tímidos, sino taparse los oídos y cerrar los ojos. Los demás vuelan a las armas por todas partes; el tropel de los caballos hace retemblar la Pampa, y el cañón enseña su negra boca a la entrada de las ciudades. Me es preciso dejar a Buenos Aires para volver al fondo de las demás provincias a ver lo que en ellas se prepara.
Palabra del Dia
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