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ROMANCERO SELECTO. Tomo I: Romances moriscos; con grabados y encuadernación, 2 pesetas 50 céntimos. CERVANTES. Novelas: un tomo encuadernado y con retrato del autor, 2 pesetas 50 céntimos. LOPE DE VEGA. La Dorotea: un tomo encuadernado con retrato del autor, 3 pesetas. Los pedidos de ejemplares ó suscriciones se harán directamente á la librería de D. Mariano Murillo, calle de Alcalá, 7.

«Pero, alma de Dios, ya que no trabaja usted... al menos despache menudencias dijo, parándose ante Rubín . Mire, allí está esa mujer esperando hace un cuarto de hora... Diez céntimos de diaquilón. En aquella gaveta está. Vamos, menéese». Rubín salía a la tienda y despachaba. «¿En dónde están los frascos de Emulsión Scott?». Mírelos, mírelos; si los tiene casi en la mano.

A la derecha, y en cuadras también borriqueñas, no menos inmundas que las otras, acudían a dormir de noche muchos pobres de los que andan por Madrid: por diez céntimos se les daba una parte del suelo, y a vivir.

Aquellos cinco céntimos que ahorraba de esta manera, le sabían a gloria. En cuanto al papel de cartas que desaparecía también, y era más caro, se tomó la resolución de dar un pliego, y gracias, al socio que lo pedía con mucha necesidad. El conserje había adquirido un humor de alcaide de presidio en este trato.

Además, escribía artículos para un semanario social, a razón de diez céntimos la cuartilla, que luego firmaba el director, dando así práctico ejemplo de que la propiedad no es sagrada, ni mucho menos.

El tabernero era hombre formal en sus tratos. Cincuenta céntimos por cabeza, pero con la obligación de gritar todos, hasta ponerse roncos, «¡viva el Manitas!», y llevar en hombros al glorioso novillero apenas saliese del redondel.

Otros, simples labriegos, españoles ó italianos, habían atravesado el Atlántico atraídos por la estupenda novedad de ganar seis pesos diarios por el mismo trabajo que en su país era pagado con unos cuantos céntimos.

Los emplearé en papel del cinco por ciento, y me producirán cien francos de renta contestoles. ¿Y después? preguntole un emperejilado millonario de veinticinco años de edad. ¿Serás más rico con eso? ¿serás más dichoso acaso? ¡Tendrás treinta céntimos de renta diaria! Si te casas, lo cual es inevitable, pues eres de la madera de que se fabrican los imbéciles, tendrás doce hijos al menos.

Estaba en fondos y podía convidar á sus nuevos amigos. Los soldados protestaron, riendo. «¿Admitir convites de una mujerEl único que hablaba bien el francés de todos ellos replicó con alegre protesta: Nosotros somos más ricos que usted. Nosotros cobramos en dólares. Ella miró el puñado de monedas de cobre que tenía en una mano. Céntimos, nada más; pero ¿qué importaba?...

¡Es posible! replicó el auvernés, riendo de buena gana. Y, en virtud del Código civil, linda invención del Imperio, le dejarás a cada uno de ellos un par de céntimos al día. En tanto que, con dos mil francos, puedes vivir un mes lo menos como un rico, conocer los placeres de la vida y elevarte muy por encima de tus semejantes.