Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 29 de junio de 2025


Sabía el tiempo que todas las noches hablaba con ella y que todos en la tertulia tenían conocimiento de tales relaciones. Preguntó si yo era de la partida, y, respondiéndole que , negose a formar parte de ella. Sólo a fuerza de ruegos cedió, y eso con la condición de que se invitase también a Daniel Suárez.

La puerta cedió sin resistencia y entramos en la habitación donde habíamos cenado la noche anterior, en la que se veían aún los restos de la cena y numerosas botellas vacías. ¡Adelante! exclamó Sarto, que por primera vez parecía próximo a perder su maravillosa serenidad. Nos precipitamos por el corredor en dirección a la entrada del sótano. La puerta de la carbonera estaba abierta de par en par.

La duquesa cedió, siguiendo el dictamen de su confesor; pero lloró amargamente, impulsada por un doble motivo. Recibió, pues, a María con excesiva circunspección; con una reserva fría, pero urbana. Leonor, que vivía según sus propensiones tranquilas, muy retirada, no recibía, sino pocas visitas, la mayor parte de parientes; los demás eran sacerdotes y algunas otras personas de confianza.

Como el proyecto era aceptable y Nolo jamás había estado en la capital, tanto por interés como por dar un respiro á su hijo, el tío Pacho cedió de buen grado y le facilitó los medios para realizarlo. El mozo de la Braña encargó en la Pola un traje de pantalón largo hecho de pana gris, mercó un sombrero de anchas alas y unos borceguíes de piel amarilla.

Para sacar de ellas algún producto, propuso al librero Villarroel que se las comprara; pero esté le replicó desde el principio, que de su prosa se podía esperar mucho y de sus versos nada; cedió al fin, é imprimió en el año de 1615 el tomo de sus comedias y entremeses, origen de tan extrañas hipótesis.

Jaime cedió a los ruegos de su madre, eterna enferma a la que la menor contrariedad parecía poner en peligro de muerte. Ya que no le quería marino, estudiaría otra carrera. Necesitaba hacer lo mismo que los otros muchachos de su edad a los que había tratado en las aulas del Instituto. A los diez y seis años se embarcó para la Península.

Pero estas contrariedades del padre carecían de importancia al ser comparadas con las que le proporcionaba el otro. ¡Ay, el otro!... Julio, al llegar á París, había torcido el curso de sus aspiraciones. Ya no pensaba en hacerse ingeniero: quería ser pintor. Don Marcelo opuso la resistencia del asombro, pero al fin cedió. ¡Vaya por la pintura! Lo importante era que no careciese de profesión.

Y un Ebro, casi contemporáneo, hombre de matemáticas, educado en Inglaterra, obtuvo, al iniciarse las empresas ferroviarias, diversas concesiones de caminos de hierro, que luego cedió a los ingleses por sendas libras esterlinas. Este Ebro no construyó ningún camino, pero hizo el suyo admirablemente.

Un hombre que se lanza desesperado al crimen no experimenta en el instante de perpetrar su primer robo, su primer asesinato, emoción tan viva como la que yo experimenté cuando introduje la llave, cuando le di vueltas poco a poco para evitar todo ruido, cuando empujando la puerta ya abierta, esta cedió ante sin rechinar, merced a las precauciones que con este fin había tomado D. Diego.

El viejo le hubiera seguido a no ser por la mano que aún inerte le detenía fuertemente, no siendo fácil desprenderse de ella. Era pequeña, débil y flaca; pero quizá por ser pequeña, débil y demacrada cedió a su presión y, aproximando aún más la silla a la cama, apoyó sobre ella la cabeza, sorprendiéndole el sueño en esta actitud.

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando