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Y su soberbia había sido castigada con la espantosa soledad que lo rodeaba. Entristecido más aún por efecto de la soledad, una idea subsecuente le había demostrado que, sin embargo de valer las criaturas humanas, poco más o menos, las unas tanto como las otras, todas están condenadas a no entenderse jamás.

Y, en efecto, con el auxilio del espíritu de las tinieblas, consigue anular los anteriores esponsales; pero al darle su amada la mano junto al altar, se presentan dos familiares de la Inquisición, y lo condenan por su alianza con el demonio. En El dueño de las estrellas y La amistad castigada, recurre Alarcón, en sus invenciones, á la antigüedad griega.

Luchando entre su amor propio, que se resistía, y su cariño a Quilito, que la empujaba, llegó, y desde la esquina, miró la casa. ¡Cuántas veces había pasado por delante, la cabeza muy alta, orgullosa de poder proclamar con esta actitud, que no necesitaba de ellos, los Esteven! quién la hubiera dicho entonces... Vió ante la puerta dos carros de mudanza, y changadores que entraban y salían, y descargaban en la acera muebles, cuadros y estatuas; los sillones de brocatel, en medio de la calle, las consolas doradas y los vasos de ónix, producían singular efecto sobre la alfombra poco limpia del empedrado: era la casa de Esteven que se desmoronaba, el lujo arrojado a escobazos por la ruina, la soberbia insolente castigada por la justicia; aquellos rudos gañanes eran sus ejecutores inconscientes.

Por lo demás, la culpa del marqués fue castigada severamente por el cielo, siendo el mismo marqués, con sus remordimientos y profundo y secreto pesar, instrumento de aquel castigo.

El Rey se ve obligado á representar la más horrible farsa. Jamás la dignidad real ha descendido tanto. Pero él se librará de esta horrible tutela, porque Europa, si es preciso, se coaligará para salvar á España. Ya España ha salvado á Europa. No, no puedo creer contestó Lázaro, semejante iniquidad. Esta invasión sería más odiosa que la de 1808, y también mejor castigada.

No poder conocer la amistad reposada, la maternidad tranquila. ¡Siempre el amor saliéndome al paso!... Yo, que en mi juventud consideré como única finalidad de la vida inspirar admiración y deseo, bien castigada estoy... Busqué en ti el apoyo del amigo, y me deseaste en seguida.

Dentro de dos días se habrá marchado respondió el intendente que creía que Catalina sabía más de lo que había dicho, y que el temor le induciría a hacer una declaración más completa. ¡Tened lástima, señor! exclamó la campesina con verdadera inquietud. Nada de lástima; su ingratitud tiene que ser castigada; quiero recuperar mi tranquilidad.

Nunca fue castigada; pero ella entendió que este privilegio se fundaba en la desdeñosa lástima que inspiraba su menguada constitución física, y de ningún modo en el aprecio de su persona.

Tolerábase entre ellos la poligamia, y no habia sumision recíproca entre los esposos, los que se desuinan, cada cual á su antojo, bajo el pretesto mas fútil, y muchas veces por formar otros lazos. La muger adúltera era castigada entre tanto, no solamente por su marido, sino tambien por todos sus deudos ¡tan grande era la veneracion que se tenia por la pureza de costumbres!

Estaba en el convento sirviendo una mujer mulata llamada Juana Teresa Parrado, de quien las monjas tenían muchas sospechas de que era mala cristiana y dando aviso al señor visitador que es nombrado por el duque de Medina Sidonia para este convento por privilegio especial del Papa, hizo sus obligaciones, y negando la dicha mulata con alguna turbación, fué dada cuenta al señor provisor, siendo amenazada la mulata si no confesaba la verdad, que sería castigada y atormentada, dijo que la mañana del dicho día 17 de Junio muy temprano el Demonio la sacó por la reja de una tribuna y teniéndola en el aire junto al viril le dijo sacase la Sagrada Hostia y se la entró en el seno y habiéndola vuelto el Demonio á la tribuna había ella partido la Hostia y arrojándola sobre el referido altar.