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Actualizado: 6 de noviembre de 2025


Después miró a su amiga, diciéndole en tono muy seco: «Van a San Sebastián y a Biarritz, y a principios de Setiembre irán todos a París». Niñas dijo doña Casta, tocándoles en los hombros . ¿De qué agua quieren ustedes?... ¿Progreso o Lozoya? Lo mismo me da replicó Fortunata. Toma Lozoya, y créeme insinuó doña Lupe, con su vaso en la mano . Por más que diga esta, Progreso es un poquito salobre.

Un enorme y lanudo perro blanco, llamado Palomo, de la hermosa casta del perro pastor de Extremadura, dormía tendido cuan largo era, ocupando un gran espacio con sus membrudas patas y bien poblada cola, mientras que Morrongo, corpulento gato amarillo, privado desde su juventud de orejas y de rabo, dormía en el suelo, sobre un pedazo de la enagua de la tía María.

Y como la historia ha de atreverse a decirlo todo, según manda Tácito, sépase que Anita, casta por vigor del temperamento, encontraba exquisito deleite en verificar la justicia de aquellas alabanzas. Era verdad, era hermosa. Comprendía aquellos ardores que con miradas unos, con palabras misteriosas otros, daban a entender todos los jóvenes de Vetusta. Pero ¿el amor? ¿era aquello el amor?

Contentóse con arrojar á la tertulia una profunda mirada de desprecio, y tomando el sombrero salió de la trastienda y de la tienda sin percatarse de la sorpresa de los circunstantes. Una vez en la calle detuvo el paso, y volviendo la vista atrás murmuró: Al fin no pudo desmentir su casta... ¡Su casta de villanos! añadió con acento más colérico. Su cólera cedió, no obstante, muy pronto.

Nací desdichado al mundo De la casta abencerraje, Y por que sepas la suya, Escucha, ansí Dios te guarde: Hubo en Granada otro tiempo Este famoso linaje, En la paz gallardo y sabio, Y en las armas arrogante. Del Consejo eran del Rey Los ya viejos venerables, Los mozos seguían la Corte, O en la guerra, capitanes.

Doña Ana ; clavados los ojos en la hija del Comendador, olvidada de todo lo que estaba fuera de la escena, bebió con ansiedad toda la poesía de aquella celda casta en que se estaba filtrando el amor por las paredes. «¡Pero esto es divinodijo volviéndose hacia su marido, mientras pasaba la lengua por los labios secos.

Sabrá establecer una diferencia entre sus antiguos amores y su dicha presente. Seguramente no tendré que mostrarle en qué grado una belleza noble y casta, realzada por todo el brillo de la sangre y por todo el esplendor de la virtud, es superior a los halagos impúdicos de una bribona. Mientras tanto, ya está en buen camino.

Entonces dejó bruscamente Neluco la materia que trataba con el ventero, reducida a saber qué podría servirnos para tomar un tente en pie, y comenzó a preguntarle por la casta de los dos parroquianos que acababan de salir.

Se convino entre doña Casta Moreno y doña Lupe que cuando el chico tomara el grado, se le fijaría sueldo, y que pasado un año de práctica, tendría participación en las ganancias. Por el lado económico todo iba a pedir de boca, porque mientras llegaba el día de ganar con su profesión, podía vivir bien con la corta renta de la herencia.

Era Guillermina Pacheco. «Parece que la santa frecuenta ahora estos barrios murmuró doña Lupe, alargando la cabeza para observarla por la calle abajo . Ya la he visto pasar cuatro o cinco veces a distintas horas. Verdad que para ella no hay distancias... Ahora que recuerdo, me ha dicho Casta que es pariente suya, y he de preguntarle...». La fundadora inspiraba a doña Lupe grandes simpatías.

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