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Actualizado: 28 de junio de 2025


Los tres viajeros se miraron como interrogándose sobre el alcance de aquella observación y cuando se disponían a contestarla dijo don Casiano: Hijita, ya que estos señores no gustan mate, ¿por qué no les muestras el jardín?... y les juntas unas florcitas, para que lleven. Si ustedes lo desean... , ché, vayan les dijo Melchor, mientras mateamos nosotros con don Casiano.

Los tres amigos se dirigieron al break que tenía en el pescante una gran canasta con las provisiones para el almuerzo, y subieron en él después de despedirse amablemente de cuantos encontraron al paso y de recomendar a Garona que hiciera llegar en seguida la canastita a don Casiano. ¿Y usted, don Baldomero, no sube? preguntó Lorenzo viendo que se disponía a cerrar la portezuela del break.

Tratado histórico sobre el origen y progresos de la comedia y del histrionismo en España, por Don Casiano Pellicer. Madrid, 1804. Dos tomos en 12.º, que contienen útiles datos acerca de la historia externa de los teatros, de la escenografía española, especialmente de la de Madrid, y de los más célebres actores, aunque sin decir nada de la literatura dramática.

Estaban tambien los turcoples, parte debajo del gobierno del búlgaro Basila, la otra obedecia á Meleco. Los Romeos estaban debajo del gran Primicerio Casiano, y del Duque y gran Príncipe de Compañías llamado Etriarca. Todos estos tuvieron por sospechosa la venida de Roger, y que solo venia á reconocer las fuerzas de Miguel, con pretesto de darle la obediencia, y según ellas disponer sus consejos.

Me vine y... aquí estoyMi opinión, Ricardo, es que nos cuentas la mitad de la jornada; pero con lo dicho me basta para comprender que esto es asunto concluido. No he reservado nada, Melchor; te he dicho toda la verdad, ¿y concluido?... ¿por qué?... Porque si la Pampita no te aceptara de plano, te lo habría dicho o te lo habría hecho saber por don Casiano.

La tierra, los establos, las vacas, los enseres de la casa y hasta los pucheros del lar, todo pasaba al instante por el esófago del escribano troglodita. Lo mismo acaecía con las herencias. Muriese testado ó intestado, todo paisano podía estar seguro de que una buena parte de su hacienda, cuando no toda, pasaría irremisiblemente al vientre de D. Casiano.

Antes que don Casiano se llevase á la boca el vaso lleno que tenía en la mano le dijo con ímpetu: Pero vamos á ver, hombre, acabe usted de una vez, ¿qué diablo le trae á usted por aquí? El actuario bebió el vaso de sidra con toda calma, lo depositó igualmente en el poyo, sacó el pañuelo y se limpió la boca tres ó cuatro veces con más sosiego aún bajo la mirada impaciente de D. Félix.

Es claro que no les he repetido sílaba por sílaba cuanto hemos hablado, pero tengo la certeza de que si don Casiano vive veinte años, durante ellos la Pampita se conservará igual. ¡Qué se va a conservar!... ¡no seas ingenuo!... mantiene una actitud simpática, porque es inteligentísima, para hacerse más interesante, pero ha comprendido que eres un gran partido y no lo perderá.

Hecha esta declaración previa, que se impone, voy a referirles el episodio. El lunes llegué al pueblo a las cuatro más o menos, porque me demoré muy poco en el «Paso», y después de descansar un rato y bañarme, fui a lo de don Casiano como a eso de las siete. Al pasar la tranquera... ¡Se le haría cuesta abajo!... dijo Baldomero riéndose.

La noticia de Casiano Pellicer, de haber muerto Claramonte en 1610, es falsa, porque D. Agustín Durán poseía manuscrito el original de sus dramas La infeliz Dorotea, con la fecha de 1622, y La católica princesa Leopolda, de 1612.

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