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Actualizado: 6 de junio de 2025
Genio y hada se proponen que príncipe y princesa se conozcan, se enamoren y se casen, y los medios a que recurren para lograrlo constituyen el enredo de la mencionada historia.
»¡Dios mío! ¡Qué envidia! ¡Qué ira! ¡Qué tempestad de malas pasiones conmueve mi corazón! ¿Por qué no acabas con mi infame y miserable vida? ¡Ay!... la muerte... la muerte... antes de que llegue el día en que se casen». El escritor tranquilo y crítico procura poner y cuando tiene habilidad pone en sus escritos lo mejor de su alma. Allí se mira él luego, y se deleita mirando su interior belleza.
Todas las muchachas van a confesarse con él porque las absuelve siempre y les pone unas penitencias muy pequeñas. «Divertíos les dice . Tiempo tendréis de rezar si no encontráis mozos de ley que se casen con vosotras»... Pero el cura de aquí es muy estricto. ¡Y eso que yo le regalo de cuando en cuando unos huevos o unas manzanas! ¡Para que digan que los hombres de iglesia son agradecidos!
Anda, que se arreglen, que se casen si pueden, y ya se cansarán como me he cansado yo de mi mujer. ¡Si pudiera darle a su Cristeta para toda la vida! ¿Quiere conquistar a lo rico, sistema de llegar y besar el santo? Pues santo para in eternum.
Suponte que me obliguen a embarcarme, que me destierren, que durante mi forzada ausencia engañen a la pobre muchacha y la casen contra su voluntad; figúrate que esto suceda, y... ¡Oh!, señora exclamé con vehemencia eso no sucederá mientras usted y yo vivamos para impedirlo. Hablemos a Inés, revelémosle lo que ya debiera saber... Díselo tú, si te atreves... ¿Pues no me he de atrever?...
En cuanto se casen mis hijas, en vez de pasar el verano en Sarrió, donde se guardan las mismas etiquetas que en Lancia, me iré a Rodillero a respirar aire fresco y a pescar robalizas. Atiende, Micaela, no seas tan viva, mujer... Comprende que a tu marido no le han de gustar esas genialidades; querrá que le contestes con razones...
¡Es para morirse de risa... esto de que me casen con un personaje de mi propia invención! No es sólo para reírse, Coca. También hay que desmentir la noticia, pues que te perjudica... Pero si el novio es un fantasma imaginario... No importa. La gente te creerá comprometida... ¡Hay que desmentir hoy mismo!... ¿Descubriendo que no existe semejante capitán Pérez?... ¡Por favor, Laura!...
Que nos casen in articulo mortis. Se muere. Por desgracia, así es. Y si usted le quiere, lo menos que puede hacer es dejarle morirse en paz. No morirá en paz si no me tiene a su lado. Se engaña usted. Anselmo no quiere que usted le vea en este trance. ¡Falso! ¡Calumnia! ¿Lo ha dicho él?
Y cuando se casen... no nos olviden tampoco, vengan siempre, vengan, por favor. Prométalo que vendrán, por lo menos en los primeros meses... Y Julio, mudo, la contemplaba con un asombro triste. Carmen apoyó las manos sobre las páginas abiertas del diario de Laura, para impedir que Adriana leyera ante todo, como pretendía, algo de las páginas últimas.
Eso, eso. ¡Bueno!» A menudo no sabía si sus exclamaciones iban dirigidas a Muslim, a don Oscar o a mí. Cuando llegamos al término de nuestro viaje, me dijo, con amable entonación: De modo que, por lo que veo, mi prima Tula está de acuerdo en que ustedes se casen. El que se opone es don Oscar... «¡Maldita sea mi suerte!», exclamé para adentro, y para afuera dije: No, señor conde.
Palabra del Dia
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