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Muchas guardaban aún sus mostradores de piedra y sus tinajas de barro. Los edificios particulares carecían de fachada. Sus muros exteriores eran lisos, inabordables, con algún que otro tragaluz enrejado y alto, lo mismo que en los palacios de Oriente.

A la sazón carecían de hojas, pero la caricia abrasadora del sol impelía a la savia a subir, a las yemas a hincharse. Las desnudas ramas se recortaban sobre el limpio matiz del firmamento, y a lo lejos el mar, de un azul metálico, como pavonado, reposaba, viéndose inmóviles las jarcias y arboladura de los buques surtos en la bahía, y quietos hasta los impacientes gallardetes de los mástiles.

Tuviéronla personas que vivieron hace siglos, personas de fantasía como , que vivían en la Naturaleza como , y que como carecían de cierta luz que a ti te falta por tu ignorancia y abandono, y a ellas porque aún esa luz no había venido al mundo.... Es preciso que te cures de esa manía; es preciso que te hagas cargo de que hay una porción de dones más estimables que el de la hermosura, dones del alma que ni son ajados por el tiempo, ni están sujetos al capricho de los ojos.

Todos le miraban; cuando se presentaba en la boca del lobo, y hablaba con tanto desparpajo, era que los rumores propalados carecían de fundamento: Esteven aparecía de nuevo rodeado de la aureola de que se le había querido despojar, depositario siempre de los rayos de Júpiter. Los amilanados de una hora antes, recobraron fuerzas y le hicieron una ovación, digna de estómagos agradecidos.

Esto era lo mejor para los que, como él, carecían de dentadura. Sabía a gloria; pero a pesar de tantos elogios, recibió como en triunfo el turrón de Jijona y los pasteles de espuma. También era esto del género de don Juan, adorador de las cosas blandas, que se escurren dulcemente sin roce alguno hasta el fondo del estómago.

Tanto el señor Molina como su mujer, como las hijas, le producían la sensación de personas que vivían en un mundo de realidades pueriles y que hasta cierto punto carecían de verdadera alma. No concebía que en circunstancia alguna pudiera comunicarse con ellos sobre cosas relativas al corazón.

Los marinos y soldados carecían de semejante comodidad; estaba prohibido que ninguno durmiera bajo de cubierta, aun acabado su cuarto, para estar á mano si cargaba el tiempo de repente .

Hay que confesar que los negros de Oriente, los mismos que al alborear nuestra gloriosa guerra de Independencia, se lanzaban sin armas ni pertrechos contra los valerosos soldados españoles, para arrancarles á viva fuerza los fusiles de que carecían, no han mostrado ahora el valor heroico, desesperado, salvaje, si se quiere, que hizo de ellos en aquella época un objeto de admiración y de terror.

Altos ribazos coronados por tapias; inabordables riberas de barro y cañaverales sumergidos; un poco más allá el río libre, la confluencia de los dos brazos que abarcaban la antigua ciudad y unían sus corrientes extendiéndose como inmenso lago. Los dos hombres iban a la ventura. Carecían, para guiarse, de las señales normales.

Si los mayores asistieron a ella, el más pequeño viose libre de maestros, y engolfado vivía durante doce horas diarias en el embrutecedor trabajo de las minas, con lo cual toda la familia navegaba ancha y holgadamente por el inmenso piélago de la estupidez. Las dos hembras, Mariuca y Pepina no carecían de encantos, siendo los principales su juventud y su robustez.