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Actualizado: 21 de junio de 2025
No habiendo podido salvar los instrumentos náuticos, carecían de medios de determinar el lugar en que se encontraban; pero orientándose con una pequeña brújula que llevaban consigo, estaban seguros de que saldrían del golfo y alcanzarían, más tarde o más temprano, el mar de las Molucas. El día transcurrió sin que sucediera nada extraordinario.
Estos contestaron que ellos carecían de facultades para reconocer el Gobierno filipino, concretando su misión á la de oir, recoger las fórmulas de la voluntad de nuestro pueblo para transmitirlas fielmente al Gobierno de Washington, quien solamente podía decidir, en definitiva, del asunto, concluyendo así estas conferencias en la mejor harmonía, augurando mejores y más difinitivos días de paz para la fecha en que contestara Mr.
El patrimonio de aquella casa era bueno, aunque muy inferior al de otras familias de Andalucía y de Castilla; pero contaba la Condesa con que sería de los primeros de España luego que su hijo heredara el mayorazgo de unos parientes por línea colateral, que carecían de sucesión directa.
El automóvil y el collar de perlas llevan hechas más víctimas que las guerras de Napoleón decía Atilio. Eran estas dos cosas como el uniforme de gala de la mujer, y las que carecían de ellas se juzgaban infelices y maltratadas por la suerte. Su doble imagen turbaba las ilusiones de las vírgenes y la fidelidad de las esposas.
Figúrate que cuando llegaron los barcos de Villeneuve carecían de víveres y municiones, y en el arsenal no se las quisieron dar. Acudieron en queja a Madrid; y como Godoy no hace más que lo que quiere el embajador francés, Mr. de Bernouville, dio orden para que se entregara a nuestros aliados cuanto necesitasen. Mas ni por esas.
La escribanía, de tamaño colosal, con dos caballos metálicos, tenía el tintero blanco y limpio. Los vistosos palilleros, rematados por cabezas de perro, carecían de plumas. El grande hombre no necesitaba escribir. Don José, su apoderado, corría con todos los contratos y demás documentos profesionales, y él echaba las firmas, lentas y complicadas, en una mesilla del club de la calle de las Sierpes.
Tablas era de esta guardia, mejor dicho, era el jefe de ella, y había conseguido llevar al club a otros mocetones, que ni desmerecían de él en fuerzas corporales, ni le ganaban un ardite en talento. Pero, desgraciadamente para él, las conspiraciones de aquel tiempo carecían de fondos. Eran conspiraciones pobres, no por esto honradas.
Desde luego ofreció pocas comodidades al público y á los actores: así el escenario como el patio carecían de toldos, y por tanto no resguardaban del sol ni de la lluvia, y si el tiempo era malo, se interrumpían las funciones ó se mojaban los espectadores.
Estaban provistos de licores, y en esta contingencia suplieron la comida y todo lo demás de que carecían. A pesar de su protesta, no tardaron en caer en mayor o menor grado bajo la influencia del alcohol. La madre Shipton se echó a roncar; el tío Billy pasó rápidamente del estado belicoso al de estupor y la Duquesa quedó como aletargada.
Cada uno hacía la misma recomendación al camarada: «Si me hieren en el pecho ó en el estómago, dame un tiro en la cabeza. Prefiero esto á quedar vivo junto al camino.» No podían ser considerados como caballería, á pesar de que todos iban montados. Carecían de armas blancas y no podían dar una carga. Eran infantes que sólo echaban pie á tierra en el momento de empezar el fuego contra el enemigo.
Palabra del Dia
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