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Actualizado: 25 de junio de 2025
-Que me place -respondió el barbero. Y, sin querer cansarse más en leer libros de caballerías, mandó al ama que tomase todos los grandes y diese con ellos en el corral. No se dijo a tonta ni a sorda, sino a quien tenía más gana de quemallos que de echar una tela, por grande y delgada que fuera; y, asiendo casi ocho de una vez, los arrojó por la ventana.
¡Calle usted me responde, ahí están; no han servido: esta noticia es inoportuna; es arriesgada; la otra no conviene; aquella de más allá es insignificante; esta otra es buena, pero está mal traducida! Considere usted que es preciso hacer ese trabajo en horas replico lleno de entusiasmo; el hombre llega a cansarse... Si usted es hombre que se cansa alguna vez, no sirve usted para periódicos...
Doña Inés, por su perfecta imparcialidad en el reparto de la limosna y el consuelo, antes buscaba al dolor mismo que a su víctima; iba hacia el infortunio como corre el agua dulce de los ríos hacia el mar, sin arrancarle nunca su amargura salobre, pero sin cansarse jamás; mientras sus hijos aunque animados, en el fondo del mismo espíritu de caridad, perdían el tiempo en el estéril empeño de descifrar lo incognoscible.
Y así llevamos siglos sin enterarnos de que en el mundo hay algo más que el amor; y hasta los más bobos empiezan a cansarse de tanto papel impreso y tantas salas iluminadas para hacernos conocer las angustias y conflictos de dos seres que quieren acostarse juntos y no encuentran el medio, o las crisis de alma de una señora que desea faltarle a su marido y no sabe cómo empezar... No; en el mundo, el amor no lo es todo.
¿De qué, don Melchor?... Usted ahora sabe cansarse de nada... He andado tanto estos días... y he dormido poco en las últimas noches. ¡Tu receta, Melchor, acuérdate! intercedió Ricardo, contra el cansancio, el ejercicio. Sí, don Melchor, vamos; puede que hallemos algún animal que valga, porque a veces en tropas así sabe venir, «un repente», algún mestizo de sangre.
La razon y la experiencia enseñan, que para formar cabal concepto de una pequeña comarca, y poderla describir tal como es, bajo el aspecto material y moral, es necesario estar familiarizado con la lengua, pasar allí larga temporada, abundar de relaciones, estar en trato continuo sin cansarse de preguntar y observar.
En otro más numeroso, de ambos sexos, hacia el medio, se bailaba al uso del país, sonando las castañetas con las mudanzas peculiares de aquella región. Aquel baile duraba cinco o seis horas sin reposo alguno. Se sudaba copiosamente, ¡pero cansarse! los hombres alguna vez, las mujeres nunca.
Ese edificio, cuyas formas son graciosísimas, es un museo de incomparable valor, desde la entrada hasta los mas recónditos aposentos. Un artista podría vivir años en aquel santuario de primores, sin cansarse nunca, sino al contrario deleitándose con la suprema embriaguez de la admiracion.
Ahora es cuando había llegado aquel amor, tras del cual tanto tiempo había corrido, que tantas lágrimas le había costado. Sus pláticas, aunque fuesen de asuntos indiferentes, tenían un sabor delicado, exquisito. Hablaban horas y horas, sin cansarse, de las cosas más insignificantes, por el placer de verse tan cerca, de escucharse.
He dejado abandonados a todos mis enfermos para pensar en uno solo. »En esos días, el rey me ha enviado a buscar dos veces, participándome que estaba indispuesto y que necesitaba de mis servicios. Yo he respondido a su mensajero: » Diga usted al rey que mi hija se está muriendo. »Gracias a Dios, está ya un poco mejor. Hora era de que la Parca comenzara ya a cansarse.
Palabra del Dia
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