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Actualizado: 12 de junio de 2025


Un paredón maldito frente al hotel quita la vista del mar; esperamos pacientemente y sólo vemos el buque cuando está a punto de fondear... ¡No es el nuestro! Pasábamos el día entero en el muelle, presenciando un espectáculo que no cansa, produciendo la punzante impresión de los combates de toros.

Pasearían por los estrechos canales, solitarios y silenciosos, tendidos en la camareta de la góndola, acariciándose entre risas, compadeciendo a los que pasasen los puentes sin adivinar que por bajo de sus pies se deslizaba el amor... Pero Venecia es triste; cuando la lluvia se decide a caer, no se cansa nunca. Mejor era Nápoles; , Nápoles. ¡Viva!

Y como hay notable variedad y riqueza en los lances y episodios, y no pocos discreteos y chistes en los diálogos, razonamientos y cartas que entran en el tejido de la novela, su lectura no cansa ni aflige, sino que deleita, y promete además, que su autor ha de seguir escribiendo, superando en este género lo que ya ha escrito, y procurando que sus héroes o heroínas de la high-life pongan sobre terreno más firme las bases de sus ideales para que no se hundan en el cieno al menor capirotazo.

Ante una de las chozas hállase, en pie, el romano Escipión en una postura perezosa. Sale de entre bastidores el ejército sabino, que avanza gravemente, dos pasos al frente, un paso atrás. Al advertir su presencia, el romano se anima un poco y los mira con curiosidad; pero la monotonía de su marcha le cansa; empieza a bostezar, se despereza y se sienta, flemático, en una piedra.

Candido, que se habia criado no juzgando de nada por propio, estaba muy atónito con todo quanto oía; y á Martin le parecía el modo de pensar de Pococurante muy conforme á razón. ¡Ha! aquí hay un Cicerón, dixo Candido: sin duda no se cansa Vueselencia de leerle. Nunca le leo, respondió el Veneciano. ¿Qué tengo yo con que haya defendido á Rabirio ó á Cluencio?

No es mal muchacho, aunque haya dado un mal golpe... Si todos aquí fueran como él, nuestro oficio no sería duro... Se podría tener humanidad... Pero la mayor parte, milord, son buenos mozos que le matarían á uno si no tuviera el revólver en la cintura... ¿Se cansa usted de hablar con él? Me le llevaré... Un instante, dijo Tragomer con calma.

Ved, ved ahí por qué digo yo que hace un siglo estoy teniendo paciencia; en vano me esfuerzo porque haya paz entre los míos; yo bien que vos y vuestro hijo y todos los que me rodean, me quieren, son leales, capaces de perder por la vida; pero todos reñís, todos os mordéis, todos procuráis parecer los más leales, á costa de los otros; y esto es un zumbar eterno que ya me atolondra, que me cansa, que me hace infeliz.

Sus diálogos se diría que fueron tomados por el fonógrafo, si el fonógrafo tuviese la rara habilidad de desechar lo pesado y lo impertinente y de conservar sólo con sobriedad envidiable lo que no cansa, lo que retrata los caracteres y lo que conduce y contribuye al final desenlace.

Tremendo es el elefante enfurecido, y por manso que sea en sus prisiones, siempre le llega, cuando calienta el sol mucho en abril, o cuando se cansa de su cadena, su hora de furor.

No explicaba muy satisfactoriamente el sobrino su impensada venida: pch... ganas de espilirse.... Cansa estar siempre solo.... Gusta la variación.... No insistió el tío, pensando para su chaleco: «Ya Julián me lo contará todo».

Palabra del Dia

rigoleto

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