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Actualizado: 25 de julio de 2025


Salió un perrazo estirando el cuello, como si fuese a: ladrar de hambre; después, dos hombres con la gorra hasta las cejas, envueltos en capas de pañol pardo. El campanero sostuvo la cancela para que saliesen. ¡Vaya, buenos días, Mariano! dijo uno de ellos a guisa de despedida. Buenos nos los Dios... y dormir bien. Gabriel reconoció a los guardianes nocturnos de la catedral.

Aunque mis ojos iban presurosos de un lado a otro, no logré ver a Gloria. En cambio, al acercarme a la cancela en compañía de don Oscar tuve un encuentro, que por poco se convierte en catástrofe y da al traste con todos mis planes.

Los dos se vieron al otro lado de la cancela, sobre el rellano de las gradas del Casino, en pleno aire, frente á los árboles de la plaza y los grupos de paseantes que daban vueltas en torno del «queso». Tuvieron que apartarse á un lado, para no impedir la circulación de los que entraban y salían. Además continuó el príncipe , mi deber es evitar murmuraciones.

Tal vez está cubierta de un frondoso emparrado una buena parte del patio: y en su centro, de suerte que se vea bien por la cancela, si por dicha la hay, se levanta un macizo de flores, formado por muchas macetas, colocadas en gradas o escaloncillos de madera. Allí claveles, rosas, miramelindos, marimoñas, albahaca, boj, evónimo, brusco, laureola y mucho dompedro fragante.

Al encontrar el doctor varias veces á Jaramillo inmóvil en la puerta de su casa, mirando desde el otro lado de la cancela al famoso pájaro, le había hecho pasar para mostrárselo de cerca. ¡Qué joya! ¿eh?... decia con orgullo . Me cuesta más oro que pesa. Es una verdadera casualidad tener uno vivo.

La morada de D. Martín de las Casas era también antigua, pero notablemente reformada, mucho más chica que la de su cuñado, con todas las comodidades y aditamentos exigidos por las necesidades modernas: portal de azulejos con cancela, escalera bien labrada de álamo con pasamano charolado, las habitaciones con elegantes frisos y papeles, todo muy aseado y pintadito.

Gallardo, con su memoria fisonómica de hombre de muchedumbres, reconocía sus rostros y admitía el tuteo. Eran camaradas de escuela o de infancia vagabunda. No marchan los negocios, ¿eh?... Los tiempos están malos pa toos. Y antes de que esta familiaridad los animase a mayores intimidades, volvíase a Garabato, que permanecía con la cancela en la mano.

Cuando llamé a la puerta estaba más muerto que vivo. Salió Matilde a la cancela, y al verme se puso hecha una hiena: «¿Qué vienes a hacer aquí? ¡Márchate! ¡Vete ahora mismoCreí que el mundo caía sobre ... No cómo pude salir del portal, ni cómo he llegado hasta aquí... ¿Y no es más que eso?... Pues se apura usted por bien poco.

No era grande, pero estaba restaurada recientemente con bastante lujo. Solo tenía un piso alto, con dos balcones miradores, y uno bajo, con dos grandes ventanas enrejadas. El pavimento del portal era de mármoles finos; la cancela, elegante con delicados trabajos en los hierros; el patio, no grande, con primorosa arquería de jaspe, lleno de plantas y flores.

De nuevo creyó ver al extremo del corredor, al pie de la escalera de las secciones, destacándose sobre la vidriera de salida, aquellas plumas negras y ondulantes. Se abrió paso entre los grupos, sordo a las felicitaciones, empujando a los que le tendían la mano y tropezó en la cancela de cristales con dos compañeros que miraban hacia fuera con ojos de entusiasmo. ¡Qué hembra! ¿eh?

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