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Actualizado: 19 de julio de 2025


En la última visita, como nadie se presentase a conducirle, abrió él mismo equivocadamente la puerta de un camarín y hallose con una preciosa mujer, acostada a lo largo de un diván moruno de terciopelo. La falda, levantada hasta más allá de las ligas, destapaba sus piernas macizas y cortas, que las medias de nácar ceñían tentadoramente.

Pero ya no es Fortuna la gloriosa divinidad pagana que recibía culto en las aras ceñidas de mirto, ni recorre el mundo en una rueda, mostrando desnuda la majestad de su hermosura: se ha hecho un palacio que es centro y emporio de las grandezas modernas, y en vez de un santuario de diosa habita un camarín de cortesana, donde por ásperas cuestas y empinadas pendientes suben los que la solicitan echándose a la espalda cuanto les pesa o les estorba.

La iglesia está en obra y el convento en completa ruina, estado en que permanecerán largo tiempo, teniendo en cuenta la proverbial resistencia pasiva del natural de Tiaong, quien prestará pocos y tardíos auxilios. No hay Tribunal, y la escuela la constituye un malísimo camarín. El cuartel de la Guardia civil se levantó á fuerza de excitaciones y algo más.

En este como portátil camarín, que cargaba sobre los hombros de doce eunucos del Sennaar, aparecía la afortunada novia envuelta en los velos que aun en la poca ortodoxa Granada, para ceremonias de tal monta y con personas de tal clase, reclamaba la rigidez muslímica.

Una tarde fue con ellos a la prueba de luces en una soberbia casa, donde a la noche debía verificarse una gran fiesta. ¡Cuánta magnificencia contemplaron sus ojos! Jamás vio cosa igual. Cada salón era un prodigio del arte o un camarín de la molicie.

Pasóse la mano por la frente, hizo un violento esfuerzo, se resignó y salió y abrió la primera puerta. Que entre Ledesma dijo á uno de los oficiales. Y se volvió al camarín y se puso á papelear para disimular su turbación. Entró Ledesma. Sentáos le dijo el duque y tomad nota. Ledesma se sentó.

Casi frente á la peña de Malapadnabató se halla el vadeo de aquel nombre, en el que, una rústica garita, y uno menos rústico camarín, señalan un puesto de carabineros, llamados á vigilar las importaciones que lleva á Manila el Pasig.

La Virgen estaba ya de nuevo ocupando su camarín en el altar mayor, cuyo retablo, todo de madera tallada y dorada, subía hasta la cumbre del ábside, y era caprichoso y atrevido desate del estilo churrigueresco: complicado laberinto de retorcidos tallos, colosal hojarasca, frutas, armas, monstruos simbólicos y rosetones, por los cuales asomaban sus infantiles y aladas cabezas los ángeles y los serafines.

No nos deben ver salir juntos de la cámara del rey. Sois muy torpe, excelentísimo señor. Nos veremos, sin que nadie lo sepa ni lo entienda, en vuestro camarín de la secretaría de Estado. Hasta dentro de un momento. Adiós. Y el bufón levantó el mismo tapiz por el que había aparecido, y desapareció tras él.

Sonaban las tres, cuando el Padre Montero y yo, empezamos a recorrer el salón de cabildos, las sacristías mayor y menor, la clavería, el camarín de Nuestra Señora de las Rosas, el vestuario y demás dependencias.

Palabra del Dia

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