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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Este huyó después de la derrota de su ejército, cuyo número no bajaba de 2.000 hombres, cayendo en poder de los españoles ocho cañones de bronce, 27 de pequeño calibre, 100 arcabuces é infinidad de armas blancas. No contento con ésto, Corcuera mandó ahorcar 72 moros, quemar infinidad de pueblos y destruir cuantas embarcaciones apresaron.
Las armas de salon tienen casi todas seis milimetros de calibre, al menos las que existen en el mercado. ¡Se autoriza la venta solo para todos los que no tengan esos seis milimetros! Todos celebraron la ocurrencia de Simoun, menos el alto empleado que murmuró al oido del P. Fernandez que aquello no era serio ni se llama gobernar.
¡Ah! ¿cuál de los dos es más fuerte? Pierrepont hizo un gesto de incertidumbre. Ahora vamos a verlo respondió sonriendo. Fabrice colocó en el banco, al lado de ella, la caja de caoba y un paquete de cartuchos. Las armas de que iban a servirse eran pistolas Flobert, de gran calibre.
Al testigo Andrés del Jaral, por mal nombre tío Merlín, á la multa de dos celemines de maíz para las ánimas, y media azumbre de blanco para los enfermos del lugar, por insubordinación y faltas de mayor calibre al alcalde y demás personas presentes al juicio celebrado el día tantos de tal mes, á las tres de la tarde. CLETO. Señor alcalde, yo soy inocente.
No me he de morir yo de esa enfermedad dijo Momo, soltando una carcajada de grueso calibre. Mira, hijo prosiguió la tía María , yo no me fío mucho del correo, por más que digan que es seguro.
Quedeme reflexionando un instante. ¿Y tiene el mismo calibre que los demás? Cuanto se quiera. ¡No comprendo!... El señor Paco me miraba con sus grandes ojos inocentes, donde brillaba una sonrisa de triunfo.
Su entendimiento era el de un toro de ocho años y su fuerza también, sobre todo cuando se ponía ó lo ponían colérico; por cuya razón era muy respetado y temido, y ninguno quería contradecirle aunque dijese una barbaridad, y solía decirlas de monumental calibre. Indudablemente fué el P. Procopio eco fidelísimo de la opinión general.
Algunas horas después de la disputa, ocurriósele á Francisco Ginés, acompañado de un sirviente, pasar por casa del de Buenavista en ocasión en que éste estaba á la puerta, y lo mismo fué verlo el señor, comenzó á insultarlo con las mismas descompuestas palabras y aun otras de más grueso calibre, que hicieron fijar la atención de los transeuntes y personas que por allí á la sazón discurrían.
Palabra del Dia
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