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Actualizado: 22 de junio de 2025
Pero dejemos esto aparte por agora, que tiempo habrá donde lo ponderemos y pongamos en su punto, y dime, Sancho amigo: ¿qué es lo que dicen de mí por ese lugar? ¿En qué opinión me tiene el vulgo, en qué los hidalgos y en qué los caballeros? ¿Qué dicen de mi valentía, qué de mis hazañas y qué de mi cortesía? ¿Qué se platica del asumpto que he tomado de resucitar y volver al mundo la ya olvidada orden caballeresca?
La petulancia caballeresca, la fogosidad de las costumbres y la agudez del lenguaje del italiano Mercucio, no tienen más verdad que la ferocidad sensible y la heroica ingenuidad de Otelo, ni más individual que el vaporoso infantilismo de Puck y la grosera brutalidad de Caliban.
Pues, en camino para reunirse con su madre; partió ayer en el vapor, con rumbo al Este y transportada por favorables vientos hacia aquélla que, sin duda, la espera con los brazos abiertos. La señora de Ponce permaneció inmóvil. El coronel sintió que su pecho se encogía poco a poco, pero apoyose contra una silla, y se esforzó en ostentar una galantería caballeresca unida a la severidad del togado.
Tampoco presidió más favorable estrella á los poemas románticos españoles, por el estilo de los de Ariosto y Boyardo, que retrataban la vida caballeresca con sus aventuras imaginarias, ó, por lo menos, no puede compararse ninguno con sus modelos italianos.
Definiéndolos por sus características, Swift dijo que "el inglés es un animal político y el francés un animal social", y así era en esa época en que los poderes políticos estaban universalmente insumidos en los militares, y sólo en Inglaterra las instituciones comunales y la vida parlamentaria habían preservado la oportunidad política, que suscita las aptitudes políticas, al lado de la oportunidad religiosa, que había desalojado a las de la civilización grecorromana, de tal modo que la energía mental, encauzada en esos dos canales, sólo produjo caudillos y santos, castillos y conventos, la literatura caballeresca y eclesiástica.
Los candelabros de plata... el peligro de que su marido descubriese pronto que habían hecho un viaje a Peñaranda de Bracamonte... el medio de evitar esto... el señor de Pez, su ideal... ¡Oh, qué hombre tan extraordinario y fascinador! ¡Qué elevación de miras, qué superioridad!... Con decir que era capaz, si le dejaban, de organizar un sistema administrativo con ochenta y cuatro Direcciones generales, está dicho lo que podía dar de sí aquella soberana cabeza... ¡Y qué finura y distinción de modales, qué generosidad caballeresca!... Seguramente, si ella se veía en cualquier ahogo, acudiría Pez a auxiliarla con aquella delicadeza galante que Bringas no conocía ni había mostrado jamás en ningún tiempo, ni aun cuando fue su pretendiente, ni en los días de la luna de miel, pasados en Navalcarnero... ¡Qué tinte tan ordinario había tenido siempre su vida toda!
El dón mitológico parece nacer en él por lejano atavismo, y vese en su poesía un claro rayo del país del sol y azul en que nacieron sus antepasados. Renace en él el alma caballeresca de los Le Poer alabados en las crónicas de Generaldo Gambresio.
Como á la Edad Media había sucedido rápida é insensiblemente la época de que tratamos, heredando muchas de sus ideas y costumbres, duraba en el pueblo la afición á las tradiciones románticas y á la poesía caballeresca.
Estar enamorada de un su abuelo, que era el símbolo de toda la vida caballeresca que ella se figuraba a su modo, era digna pasión de una mujer que ponía todos sus conatos en distinguirse de las demás.
Tanto en Avila como en Segovia, desdeñando la administración personal de la propia hacienda, entregola por entero, con las llaves de sus arcas y las funciones de maestresala, a un mayordomo flamenco, cuya probidad creía asegurar, de tiempo en tiempo, mediante alguna demostración caballeresca de confianza y uno que otro aforismo de las Partidas.
Palabra del Dia
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