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Actualizado: 24 de mayo de 2025
De ayer sólo data la construcción de buques á propósito para la navegación austral, siendo la oleada tan fuerte y dilatada en aquellos mares, que forma verdaderas montañas. ¿Qué pensar de esos primitivos navegantes, los Díaz y los Magallanes, que se aventuraron á surcarlos metidos en las pesadas y diminutas cáscaras de aquellos tiempos?
Se le echaban en cara los delitos más execrables, y se hacía burla de él y de sus hábitos groseros. «Tiita, ¿no sabes? decía Ramona riendo . Se come las cáscaras de naranja...». ¡Cochino! Otra voz infantil atestiguó con la mayor solemnidad que había visto más. Aquella mañana, Juanín estaba en la cocina royendo cáscaras de patata. Esto sí que era marranada.
Y al sentir que el tiempo pasaba en vacilaciones y negativas, concluyó con amenazar a su hija con el cetro, como un viejo mendigo que levanta el bastón en el medio de la calle para intimidar a los rapaces que le arrojan cascaras y carozos. Cristela sabía que el rey amenazaba con el cetro sólo cuando estaba muy enojado. Tres veces no más le vio hacerlo, y las tres en graves circunstancias.
Ni falta... A mucha honra... De gloria y descanso te sirva tu ducado, harta de miseria. Mira, como vuelvas aquí, ¿sabes lo que hago? ¿Qué? preguntó Isidora, sintiéndose con más fuerzas para rechazar un nuevo ataque. Pues si vuelves aquí, cojo la escoba... y te barro ¡qué puño!, te echo a la calle como se echa el polvo y cáscaras de fruta».
De noche, en las ventas, al verle aparecer con el anticuado traje y la luenga barba en desorden, más de un gañán empinaba de golpe la taza de vino y se escapaba al corral haciéndose cruces. En cambio, de día, al cruzar por los pueblos, los chiquillos se mofaban de su estampa y le arrojaban por detrás cáscaras de nueces y puñados de polvo.
El suelo, regado a plena manga poco antes, estaba cubierto de cáscaras de frutas, secreciones de garganta y residuos de alimentos. Cabelleras femeniles tendidas al sol recibían la exploración venatoria de los peines.
Las señoritas hacían labor con su aya Miss Old-Cheese, ratona inglesa muy ilustrada, y la señora de Pérez bordaba para su marido un precioso gorro griego al calor de una chimenea en que ardía alegre fuego de rabitos de pasas. Sirvieron el té Adelaida y Elvira en primorosas tazas de cáscaras de alubias, y luego se hizo un poco de música.
Preguntó, con este motivo, si había dos Congresos de diputados en Madrid, y que en dónde se pronunciaban aquellos discursos tan arregladitos y tan elocuentes que él acostumbraba á leer; y cuando supo algo de lo que pasaba en la redacción del Diario de Sesiones: «¡Cáscaras! dijo, pues con un buen redactor, también habría oradores en el concejo de mi pueblo.»
SALSA DE LANGOSTINOS. Con agua, vino blanco, sal y cebolla se cuecen los langostinos y se dejan enfriar; se separan y mondan las colas; los cuerpos y cáscaras se machacan en el mortero, disolviéndolos con agua de su misma cocción, pasando todo por un colador.
Sobre la tosca mesa cercana se veían un jarro de vino y un cubilete de estaño, que el hidalgo llenaba y vaciaba de cuando en cuando; al entrar Roger se ocupaba en partir y comer nueces, de las que había un plato lleno sobre la mesa y cuyas cáscaras arrojaba entre las llamas del hogar.
Palabra del Dia
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