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No, no puedo retroceder, exclamó enjugando el sudor de su frente; la obra está adelantada y su éxito me va á justificar... Si me hubiese portado como vosotros, habría sucumbido... ¡Nada de idealismos, nada de falaces teorías! Fuego y acero al cancer, castigo al vicio, ¡y rómpase despues si es malo el instrumento!

Y se fue a su cuarto el inocente, y allí, en aquella soledad en que nadie había de consolarlo, lloró a lágrima viva, lloró a raudales... Porque sentía una pena profunda que le destrozaba el corazón sin comprenderla, como destroza las entrañas sin dar la cara un cáncer oculto; porque sentía una vergüenza, por decirlo así, anónima, que le hacía ocultar el rostro bañado en lágrimas en la blanca almohadita... ¿Y por qué, por qué sentía él aquella vergüenza, si era bueno y amaba a su padre y a su madre, y adoraba a Lilí, y tenía siempre notas de sobresaliente, y le rezaba a Dios todos los días, y también a la Virgen Santísima que estaba allí delante, en un cuadro, con el Niño en los brazos?...

12 La traición en propia sangre, del maestro Rivera. 1 La culpa más provechosa, de D. Francisco de Villegas. 2 El bandolero Sol Porto, de Cáncer, Rosete y Rojas. 3 La vida en el ataúd, de D. Francisco de Rojas. 4 Los muros de Jericó, de D. Sebastián de Olivares. 5 Las cinco blancas de Juan de Espera en Dios, de D. Antonio de Huerta.

El Congreso Médico de Madrid ha sido, según parece, uno de los mejores Congresos Médicos celebrados en el mundo, y de aquí en adelante, nuestros sabios doctores van a curárnoslo todo: el cáncer, la tuberculosis, la lepra, la ceguera, el reblandecimiento medular, etc., etc. ¡Muy bien, señores médicos! ¡Admirable! Pero ¿qué me dicen ustedes del resfriado?

El cáncer de la venalidad continuó corrompiendo aquella asamblea, que no tenía un rival, sino una sucursal en la Fontanilla. #Se queda sola#. Cuando Lázaro volvió á su casa, tembló en presencia de Coletilla.

4 La dicha por el desprecio, de D. Juan de Matos Fragoso. 5 El veneno para , de un ingenio de esta corte. 6 El vaquero emperador, de D. Juan de Matos Fragoso, de D. Juan Diamante y de D. Andrés Gil Enríquez. 7 La cosaria catalana, de D. Juan de Matos Fragoso. 8 Las mocedades del Cid, fiesta que se representó á SS. MM. el martes de Carnestolendas, de D. Jerónimo Cáncer.

2 Elegir el enemigo, de D. Agustín de Salazar y Torres. 3 El arca de Noé, de D. Antonio Martínez, D. Pedro Rosete y D. Jerónimo Cáncer. 4 La luna de la Sagra, Santa Juana de la Cruz, de D. Francisco Bernardo de Quirós. 5 Lavar sin sangre una ofensa, de D. Ramón Montero de Espinosa. 6 Los dos monarcas de Europa, de D. Bartolomé de Salazar y Luna.

Jerónimo Cáncer. Los hermanos Figueroa. Fernando de Zárate. Antonio Coello. Jerónimo de Cuéllar. 193 CAPÍTULO XXII. Luis de Benavente. El conde de Villamediana. Juan de Zavaleta. Otros poetas dramáticos de esta época. Bances Candamo. Ojeada retrospectiva acerca de la edad de oro del teatro español. Actores más famosos de este período.

Así pues, los días, mayores que las noches, irán creciendo sin cesar hasta la época del solsticio de Cáncer, porque en este momento es cuando el círculo de separación de la luz y de la sombra alcanzará las regiones más distantes del polo.

Pensaba en sus dulces desdenes, recapacitaba sobre ellos, hacía doloroso examen de conciencia y miraba y cataba la herida de su corazón, como un enfermo contempla con amargo deleite la llaga o el cáncer que le lastima y en el que prevé la causa de su muerte. Toda la vida había sido don Paco el hombre más positivo y menos romántico que puede imaginarse.