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Actualizado: 5 de octubre de 2025
Y llegaron Ana y el obispo-madre al trascoro al mismo tiempo que De Pas subía con majestuoso paso al púlpito, donde Ripamilán cantara al comenzar el día el Evangelio de San Lucas. Buscaron sitio al pie del altar de la Concepción. Desde aquí se ve perfectamente dijo doña Petronila.
Tan sólo al salir de la calle Real asomó curiosamente la cabeza, y sus ojos buscaron a lo lejos la famosa terraza del Petit-Club, más familiarmente Baby, que domina toda la Plaza de la Concordia y es punto de reunión y observatorio predilecto de la haute gomme parisiense.
Hubo entre ambos largas pláticas, en que se buscaron y ponderaron los medios de llevarlo a cabo; se trazaron y se rechazaron diferentes planes; por último, quedaron convenidos en que el excusador fuese a la morada de D. Álvaro por encargo de su hermana a pedirle una limosna para las viudas y los huérfanos de unos pescadores que habían perecido recientemente en la mar.
Por casualidad tropezó con la cocina al cabo de un buen rato, y allí encontró a sus amigos calentándose a la lumbre y almorzando sopas en leche, acompañados de don Recaredo, cuyo sitial de preferencia tuvo que aceptar. Nada se habló tampoco en aquella ocasión de lo que más interesaba al candidato, por mucho que éste y sus acompañantes buscaron la lengua al hidalgo.
Y mientras el griego entregaba quince mil francos al croupier depositario de la banca, el pianista se inclinó modestamente. Algunas jugadoras supersticiosas reconocieron que la duquesa había procedido con gran cordura al confiar su suerte á este simple. Los ojos de Alicia buscaron á Miguel en el triple óvalo de cabezas. Le sonrió levemente.
Tú entiendes el río... más de una vez te he visto remar; yo no soy manco... ¿Vamos? Andando dijo el barbero con resolución. Buscaron una antorcha, y ayudados por varios mocetones, trajeron la barca de Rafael hasta una escalerilla de la ribera. El río mugía con sordo hervor en torno del bote, pugnando por arrebatarlo.
Después de desembarcar, la memoria admirable de Bautista indicó las personas a quienes tenían que visitar en este pueblo. Eran tres o cuatro comerciantes. Los buscaron, firmaron las letras, compraron los viajeros dos caballos, se agenciaron un salvo-conducto; y por la tarde, después de comer, Martín y Bautista se encaminaron por la carretera de Cestona.
Los fugitivos le buscaron en una de sus visitas á la capital, implorando su protección. «La romántica» lloraba, afirmando que sólo su cuñado, «el hombre más caballero del mundo», podía salvarla. Karl le miró como un perro fiel que se confía á su amo. Estas entrevistas se repitieron en todos sus viajes.
Una noche, al recogerse las internas en el gran dormitorio común, se notó su ausencia. La buscaron inútilmente en la capilla, en la oscuridad del jardín, en la sala de estudio, hasta que fue descubierta en el ángulo del claustro, parada sobre una silla. Tenía un brazo apoyado encima del Cristo y cerrando los ojos besaba la dolorosa boca entreabierta.
Cultivarían la tierra ellos mismos; y buscaron jornaleros entre la gente sufrida y sumisa que, oliendo á lana burda y miseria, baja en busca de trabajo, empujada por el hambre, desde lo último de la provincia, desde las montañas fronterizas á Aragón. En la huerta compadecían á los pobres churros. ¡Infelices! Iban á ganarse un jornal; ¿qué culpa tenían ellos?
Palabra del Dia
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