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Actualizado: 9 de julio de 2025


Y es el día de las danzas en que el Cordero sin mancilla tanto se humilla, que visita nuestras panzas, y entre estas bienaventuranzas entra en el humano buche. Suene el lindo sacabuche, pues nuestro bien consiste. Pastores, ¿no es lindo chiste, etc. "¿Qué pudiera decir más me dijo el mesmo inventor de los chistes?

Lo que yo quisiera es que estuvieses dormido ya contestó Dolores. ¡Mentira! ¡Cómo habías de querer guardarte en el buche el sermón sin paño, que me tengo que zampar yo, entre duerme y vela, si he de dormir en cama! ¡Fácil era! ¿Y no sabes taparle la boca? le dijo riendo su cuñado.

Este orden de superioridad irrefragable consiste él mismo acaba de decirlo alardosamente en padecer una enfermedad del estómago; aunque es lo cierto que disfruta un buche de avestruz y que digeriría piedras volcánicas.

PAVO ASADO AL HORNO. Preparado el pavo como para asar, se saca el buche y se le rellena el hueco del mismo con picadillo de ternera, tocino, jamón, lomo, huevos duros, piñones, ciruelas y aceitunas deshuesadas, pasas, sal, especias y nuez moscada; se ata por el cuello para que no se salga el picadillo, se echa sal, se frota con zumo de limón y manteca, y se pone al horno.

Ese ruido que usted siente replicó el ciego deteniéndose y que parece... ¿cómo lo diré? ¿no es verdad que parece ruido de gárgaras, como el que hacemos cuando nos curamos la garganta? Exactamente. ¿Y dónde está ese buche de agua? ¿Es algún arroyo que pasa? No, señor. Aquí, a la izquierda, hay una loma. Detrás de ella se abre una gran boca, una sima, un abismo cuyo fin no se sabe.

Nada le solía faltar. ¡Ahijuna!, Para tragar tenía un buche de ñandú; la gente le dio en llamar el boliche de virtú. 118 Aunque es justo que quien vende algún poquito muerda, tiraba tanto la cuerda que, con sus cuatro limetas él cargaba las carretas de plumas, cueros y cerda.

Y si tanta prisa tenéis, yo me voy a la sopa de San Jerónimo, adonde hay aquellos frailes de leche como capones, y allí haré el buche. Si vos queréis seguirme, venid, y si no, cada uno a sus aventuras. -Adiós -dije yo-, que no son tan cortas mis faltas que se hayan de suplir con sobras de otros. Cada uno eche por su calle.

Y separándose un poco, para ver el efecto de su malicia, miró al beneficiado con ojos llenos de picaresca intención, mientras los carrillos cárdenos e hinchados delataban un buche de risa, próxima a derramarse por las comisuras de los labios. Puede ser contestó don Custodio, subrayando las palabras, para darse por enterado de la intención del otro.

Y a todas horas, por todas las calles, van y vienen viejos, con sus caperuzas y zahones, montados en asnos con cántaros; viejos encorvados, viejos temblorosos, viejos cenceños, viejos que gritan paternalmente a cada sobresalto del borrico: ¡, buche!... ¡, buche! La plaza es ancha.

Todo menos esos gordos capones que traen del campo y a los cuales él les pasa con amor y veneración la mano por el buche; todo menos esos sólidos jamones que chorrean bermejo adobo, o penden colgados del humero; todo menos esos largos salchichones aforrados en plata que él sospesa en la mano y vuelve a sospesar como diciendo: «, éste tiene tres libras»; todo menos esas opulentas empanadas de repulgos preciosos, atiborradas de mil cosas pintorescas; todo menos esas chacinas extremeñas; todo menos esos morteruelos gustosos; todo menos esas deleznables mantecadas, menos esos retesados alfajores, menos esos sequillos, esos turrones, esos mazapanes, esos pestiños, esas hojuelas, esos almendrados, esos piñonates, esas sopaipas, esos diacitrones, esos arropes, esos mostillos, esas compotas...

Palabra del Dia

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