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Actualizado: 26 de junio de 2025
A ser ella interesada o de temperamento fácilmente inflamable, pronto hubiera sucumbido: su salvación estuvo, por entonces, en que ni la deslumbraba el brillo del oro, ni la imaginación se le exaltaba hasta poner en peligro su castidad; antes al contrario, aquella larga serie de acometidas bruscas, en que sin poesía ni delicadeza trataron de comprar barata su belleza, concluyó por darle asco.
El prolongado equinoccio renovando durante la noche sus furiosos resoplidos parecidos por su regularidad a suspiros de muerte; las furiosas ráfagas de viento chocando contra los muros; los silbadores torbellinos llevándose consigo ¡Dios sabe dónde! nubes de hojarasca muerta, en medio de las cuales parece que se oyen como gritos de angustia; los graznidos siniestros de los cuervos despertados por el choque de las ramas que van rompiéndose, las bruscas sacudidas de la tempestad conmoviéndolo todo: aseméjanse, en verdad, a espíritus escapados de sus tumbas empujándose, chocando y gimiendo arremolinados por el viento.
Las bruscas escarpaduras y los promontorios avanzados, no permiten encerrar el paisaje en una mirada: al pronto sólo se ve una especie de laberinto donde depresiones y alturas alternan sin orden; pero si voláramos como los pájaros, ó si nos balanceáramos en la barquilla de un globo, se vería que los límites de las vertientes se redondean alrededor de todas las fuentes del arroyo como un anfiteatro, y que los barrancos abiertos en la vasta redondez se inclinan y convergen para reunirse en un valle común.
Para que ningún malicioso interprete mal las bruscas aproximaciones del sillón de Nicolás Rubín al asiento de su interlocutora, conviene hacer constar de una vez que era hombre de temple fortísimo, o más propiamente hablando, frigidísimo. La belleza femenina no le conmovía o le conmovía muy poco, razón por la cual su castidad carecía de mérito.
En las Andalucías, con excepción de las llanuras de Sevilla y la Vega de Granada, los valles son muy reducidos en lo general, el terreno es donde quiera desigual, rocalloso, surcado por laberintos de cerros, de grandes serranías, de colinas bruscas y profundas ramblas. Así, la parte habitable y explotable de las Andalucías es muy reducida en comparación á su extensión geográfica.
Porque Dios quiso, y ciego será quien no lo vea. Metióme en mayor curiosidad esta respuesta, y rogué al valiente pescador que me contara el suceso. Resistióse á complacerme, con bruscas evasivas, y entonces tomó parte en la conversación el Tuerto, y me dijo: Verá usté lo que pasó, señor, porque juntos nos salvamos los dos.
Desde la aparición de don Álvaro en la plaza, el humor de Ana había cambiado, pasando de la aridez y el hastío negro y frío, a una región de luz y calor que bañaban y penetraban todas las cosas: aquellas bruscas transformaciones del ánimo, las atribuía supersticiosamente a una voluntad superior, que regía la marcha de los sucesos preparándolos, como experto autor de comedias, según convenía al destino de los seres.
A ella es a quien ha debido su vivacidad, la rapidez de su acción, la libertad de abarcar las épocas y los lugares más alejados unos de otros, esas bruscas transiciones gracias a las cuales el juglar antiguo y el cronista, venido tras él, transportaban a su antojo la atención de los oyentes del uno al otro lado de los lugares donde se desenvolvía el relato.
Parecía que las montañas del contorno habían triplicado su altura, y la unidad de color de todas ellas con la redondez de formas que les daba la acumulación de la nieve sobre sus naturales y bruscas asperezas, cambiaba a mis ojos todos los términos y todas las líneas del panorama que tan conocido me era.
Mis respuestas bruscas, mi mal humor, y la terquedad con que le rebatía, lejos de enemistarle conmigo, apretaban más los lazos de aquella simpatía que desde el primer día me manifestó; y al fin no puedo negar que me sentía inclinado hacia hombre tan raro, verificándose el fenómeno de considerar en él como dos personas distintas y un solo lord Gray verdadero, dos personas, sí, una aborrecida y otra amada; pero de tal manera confundidas, que me era imposible deslindar dónde empezaba el amigo y dónde acababa el rival.
Palabra del Dia
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