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Actualizado: 9 de octubre de 2025
Los he dejado muy contentos bajo la vigilante mirada de la señora Braun y he salido a mis quehaceres acostumbrados. »Me he pasado todo el día pensando en el gozo con que anunciaría a Amaury la comisión que logré para él y los planes que he forjado. Cuando llegué a casa eran más de las cinco y se disponían a sentarse ya a la mesa.
De pronto se oyó la campanilla que llamaba a la doncella, y al propio tiempo entró Antoñita seguida de la señora Braun. ¡Dios eterno! exclamó Antoñita. ¿Qué le pasa, Amaury, que está usted tan pálido? ¿Y Magdalena? ¿en dónde está? ¡En su cama! ¡muy enferma! exclamó el joven. Entre usted a verla, señora Braun, que la necesita.
Tres veces, desde las diez de la noche al amanecer, ha entrado su padre en el dormitorio y siempre la ha encontrado descansando. La señora Braun, que la velaba, ha asegurado que en toda la noche no se despertó más que dos veces, y después de tomar un calmante, dando muestras de sentirse muy aliviada, había vuelto a dormirse.
Recuérdese que el salón caía al jardín. El jardín, pues, debía encerrar para Amaury un mundo de recuerdos. En tanto que se organizaban las partidas del wist y del boston, mientras que los aficionados a la charla se agrupaban alrededor de Antoñita y de la señora Braun, Amaury, que no podía olvidar completamente que estaba a inedias en su casa, se deslizó y salió al corredor y desde allí al jardín.
»Hoy ha sido el primer día en que Magdalena, ha podido al fin abandonar el lecho; su padre la ha trasladado desde su cama a un sillón preparado ex profeso junto a la ventana, y tan débil está aún que se habría desmayado en el camino si la señora Braun no le hubiera dado a respirar un frasco de esencias.
»Si me encuentra sola con la señora Braun se muestra más animado; pero así y todo, me veo obligada a soportar casi todo el peso de la conversación, que indefectiblemente recae sobre Magdalena o sobre usted.
Ahora tú ya estás mejor, como acabas de oír de labios de tu padre, y tu doncella y la señora Braun y Amaury bastarán para cuidarte. Creo que no necesita más un convaleciente. Mientras tanto yo iré allí, prepararé tu cuarto, cuidaré tus flores, arreglaré tus invernaderos; en fin, pondré todo en orden y verás como cuando tú llegues lo encuentras a medida de tus deseos.
Si así ocurriera y fuese yo quien lo hallara, juro por mi nombre no revelarlo a nadie en este mundo. ¿Qué me importan a mí las hijas de los demás? ¿Vienen acaso sus padres a salvar ahora a la mía? »Cuando el doctor se expresaba de este modo, entró la señora Braun a decirnos que había despertado Magdalena.
Quien dude de este aserto puede consultar á Beato Renano en su libro II de las cosas de Alemania, á Alberto Crancio en su Metrópoli, á Jorge Braun en su Teatro de las ciudades, á Munstero en su Geografía, á Bocio en su libro 22 de las Señales, á nuestro P. Yepes en su Crónica de S. Benito, centuria 2.ª al año 640, y en otros muchos escritores tan respetables como estos.
»El melancólico y tristón Felipe, goza el privilegio de que me río de él para mi fuero interno cuando le tengo en mi presencia, y con la señora Braun cuando se ha marchado... A ése no tengo que respetarle... »Puede usted reñirme por esta tendencia a la burla que yo misma me echo en cara, sobre todo tratándose de uno de sus mejores amigos.
Palabra del Dia
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