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Actualizado: 4 de junio de 2025


Detrás está la tienda del kabila, que lleva a los viajes: el pollino se revuelca en el polvo: el hermano echa en un rincón la silla de cuero bordado de oro puro: el viejito a la puerta está montando en el camello a su nieto, que le hala la barba. Y afuera, al aire libre, es como una locura. Parecen joyas que andan, aquellas gentes de traje de colores.

Su madre, con la letra escarlata en el pecho, brillando con su fantástico bordado, era ahora una figura muy conocida en la población; y como no se mezclaba en los asuntos públicos ó privados de nadie, en nada ni para nada, se había ido formando una especie de consideración general hacia Ester.

Sobre el corpiño de su traje, en un paño de un rojo brillante, y rodeada de bordado primoroso y fantásticos adornos de hilos de oro, se destacaba la letra A. Estaba hecha tan artísticamente, y con tal lujo de caprichosa fantasía, que producía el efecto de ser el ornato final y adecuado de su vestido, que tenía todo el esplendor compatible con el gusto de aquella época, excediendo en mucho á lo permitido por las leyes suntuarias de la colonia.

Así, así respondió Cecilia fijando en él sus ojos grandes, llenos de luz. Mucho, ; ayer no tenías bordado ese clavel... digo, me parece que es clavel... Es jazmín. Ni esas dos hojas más. ¡Bah! Eso no es nada. ¿Y qué es lo que estás bordando? Cecilia siguió moviendo la aguja sin contestar. ¿Qué es lo que bordas? preguntó Gonzalo en voz, más alta, pensando que no le había oído.

Imploro tu perdón, Linilla mía. Perdóname; no volveré a pensar en eso, y si pienso en esas cosas no te las diré. ¿No es verdad que me perdonas? ¿Verdad que ? «El pañuelo está lindísimo; el monograma es soberbio, muy elegante, y muy sencillo, como dibujado y bordado por . Saluda a tu papá, si crees oportuno hacerlo, de modo que no sospeche nuestros amores.

Ella con otro traje: falda ceniza y abrigo muy oscuro, de paño todo bordado; sombrero gris con gran lazo y velillo; en vez de zapatos, botas. Don Juan, que va resuelto a hablar, se acobarda viendo a la niñera. «No: los criados son enemigos, no quiero comprometerla. Pero cuando viene aquí, cuando no se va de paseo a otra parte... por algo es

¡Oh! basta, vecinas, basta, murmuró la más joven de las circunstantes, hablad de modo que no os oiga. ¡No hay una sola puntada en el bordado de esa letra que no la haya sentido en su corazón! El sombrío alguacil hizo en este momento una señal con su vara. Buena gente, haced plaza; ¡haced plaza en nombre del Rey! exclamó.

Eugenia estaba encantadora: llevaba un vestido de tul bordado, un velo de raso blanco, una guirnalda de lirios y rosas blancas y un ramo de las mismas flores; estaba verdaderamente hermosa. Su marido, que tiene una arrogante figura, iba radiante de satisfacción.

Roberto estaba todavía sentado, como yo lo había dejado, en una esquina del canapé; había fumado su cigarro, del que no le quedaba ya más que la punta entre los dedos, y el bordado de Marta contenía una flor que antes no existía. ¿Por qué te encoges de hombros con ademán tan despreciativo? me preguntó Marta. Y Roberto agregó: Parece que no tengo la aprobación de la señorita.

Hallábanse los agujeros bastante bajos por estar disimulados, en el lado opuesto, entre el bordado del escudo, y hacíase preciso, para observar por ellos, ponerse en cuclillas, posición harto molesta, muy semejante, por no citar otras, a la que usan los salvajes de Ohio para deliberar en el Consejo.

Palabra del Dia

rigoleto

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