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Actualizado: 19 de junio de 2025


Bringas, que de todo se enteraba, dijo a su esposa: «Ya tus secreteos con la Tellería en la puerta. ¿Y qué tal? ¿Ha caído algún bobo?... ¡Pobre mujer! De veras te digo que más vale comer en paz un pedazo de pan con cebolla, que vivir como esa gente, entre grandezas revestidas de agonía... ¡Y esta noche gran jaleo!... Te juro que les tengo lástima».

Eso ; más agua gasta ella en un día que toda la familia en tres meses. Quia, quia. Déjala que se lave. Pues también trabaja. Esta noche ha tomado con tanta atención y empeño la lección de costura, que dentro de poco coserá en máquina mejor que yo. Eres bobo, Relimpio.

Eso a él ¿qué le importa? ¿Y por qué has de serle antipático? ¡Pareces bobo! ¿No me ha oído hablar? ¿No sabe que pienso como y tu padre? ¿No viste la cara que puso el día de la discusión sobre las iluminaciones origen de las pedreas a los retratos del Papa? Me parece que siendo cura, y con su vehemencia, tiene bastante.

Maximiliano contemplaba como un bobo aquellos ojos, aquel entrecejo incomparable y aquella nariz perfecta, y habría dado algo de mucho precio porque ella se hubiese dignado mirarle de otra manera que como se mira a los bichos raros. «¡Qué lástima que no sea honrada! pensaba . Y quién sabe si lo será, quiero decir que conserve la honradez del alma en medio de...».

De la parte de Areo, cruzando sobre el río a mucha altura, vieron venir un bando de tordos de agua. Cuando estuvieron a tiro Frígilis disparó los de su escopeta con tan mala suerte, que no consiguió más que dispersar las apretadas filas. ¡Tira , bobo! gritó Crespo furioso.

He enviado el Bobo a Madrid a que vea las máscaras, y la vieja está en la Doctrina, en ese corralón de Bellasvistas donde juntan las señoras al rebaño femenino de la busca para que cante oraciones. Zaratustra, que se preciaba de conocer a todo Madrid, había oído hablar de alguna de estas damas devotas cuando eran jóvenes, y reía, guiñando sus ojos lacrimosos.

Y en efecto, allí acudían todos los capitanes y pilotos que hacían escala en la villa. Su admiración a veces, rebasando un poco los límites de la gravedad británica, les impulsaba a aproximar demasiado las luengas barbas rubias al rostro de alguna bella. ¿Usted es bobo, cristiano? preguntaba ella poniéndole la mano en el pecho y rechazándole con fuerza.

Aplacado el acceso de risa, añadió: Es que yo siempre lo tuve a usted por un bienaventurado, como nuestro patrón San Julián..., pero esto pasa de castaño oscuro.... ¡Vivir en los Pazos y no saber lo que ocurre en ellos! ¿O es que quiere hacerse el bobo?

Cacochipi fué a dar en un punto que preocupaba a la familia, pues la muchacha tenía amores, a disgusto de los padres, con un primo. El señor Arizmendi le dijo que no hiciera más preguntas impertinentes, que ya sabía que era medio bobo, pero que aprendiese a reportarse. Joshé, muy extrañado con tal exabrupto, fué al cuarto del chico, donde dió su primera lección de solfeo.

Alcaparrón cortó de repente el canto para hablar a su madre, con la incoherencia del gitano que salta caprichoso de un pensamiento a otro. Mare, ¡y qué desgraciaos somos los pobresitos gitanos! Los gachés lo son todo: reyes, alcardes, jueses y generales, y los cañís no somos . ¡Caya, malange! Tampoco dengún gitano es carselero ni verdugo... Anda, bobo: echa otra.

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