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Actualizado: 26 de junio de 2025
De los cuernos pendían diez diademas, y en cada una de las siete cabezas llevaba escrita una blasfemia. Estas blasfemias no las decía el evangelista, tal vez porque eran distintas, según las épocas, modificándose cada mil años, cuando la bestia hacía una nueva aparición.
¡Blasfemia! ¡suposición negra que sólo puede engendrar los celos, que con llamarse celos está dicho que son locos! vos no debíais haber llegado hasta el punto de informaros de lo que pasa en la casa de esa mujer. Tengo el presentimiento de que mi marido está con ella. ¿Pero no sabéis nada de cierto? Sin embargo, esa mujer no estaba en casa... es decir, no recibía á nadie.
Don Pedro se acercó entonces, y mudando de tono, preguntó: ¿Qué es eso? ¿Tiene algo Perucho? Púsole la mano en la frente y la sintió húmeda. Levantó la palma: era sangre. Desviando entonces los brazos, apretando los puños, soltó una blasfemia, que hubiera horrorizado más a Julián si no supiese, desde aquella tarde misma, que acaso tenía ante sí a un padre que acababa de herir a su hijo.
Y con histérica delectación clavó sus dientes en un brazo del torero, martirizando su hinchado bíceps. El espada lanzó una blasfemia, a impulsos del dolor, desasiéndose de aquella mujer hermosa y semidesnuda, con la cabeza erizada de serpientes de oro, como una bacante ebria. Doña Sol pareció despertar. ¡Pobrecito! Le han hecho daño. ¡Y he sido yo!... ¡yo, que a veces estoy loca!
Pero a pesar de eso podréis prosperar; no existe un Dios de justicia que gobierne la tierra con equidad; sólo existe un Dios de mentira, que da falsos testimonios contra el inocente. Aquella blasfemia produjo una impresión de horror general. William dijo con humildad: Dejo a mis hermanos la tarea de que juzguen si ésta es o no la voz de Satanás. Sólo puedo rogar por vos, Silas.
Los hombres conversaban en voz baja o bien fumaban con gravedad india, la blasfemia fue tácitamente proscrita de aquellos sagrados recintos, y en todo el campamento la forma expletiva popular: maldita sea la suerte o maldita la suerte, fue desechada por prestarse a enojosas interpretaciones.
La bala estuvo a punto de acabar con Ruperto, porque le hizo pedazos el puño de la espada que en la diestra tenía. Soltó el arma, sacudiendo los dedos, golpeó los costados del caballo con los talones y lanzando una blasfemia, partió al galope. Le miré alejarse de la larga avenida, con tanta soltura como si se tratase de un paseo a caballo, como si no fuera desangrándose por sus heridas.
Y no se crea que Eugenio proceda de mala fe: ve las cosas tales como las expresa; así como las expresaba por la mañana tales como á la sazon las veia. Dejamos á Eugenio, en el terrible dónde.... que á no dudarlo hubiera abortado una blasfemia horripilante, si no se interrumpiera el monólogo con la llegada de un caballero que con libertad de amigo penetra en el gabinete sin detenerse en antesalas.
Ni creo esto ni lo de don Rodrigo Calderón. ¡Bah!¡blasfemia! es cierto que la reina no ama al rey, pero de esto á... á olvidarse de quien es... ¡Vamos, no puede ser! Y recordando luego cuanto había visto y oído, exclamaba: Pero las mujeres, con corona ó sin ella, son siempre mujeres, capaces de hacer lo que ni aun se podría pensar.
Creen algunos que los grandes talentos y el mucho saber, propenden de suyo al mal; esto es una especie de blasfemia contra la bondad del Criador. ¿La virtud necesita acaso las tinieblas? Los conocimientos y las virtudes de la criatura, ¿no emanan acaso de un mismo origen, del piélago de luz y santidad, que es Dios?
Palabra del Dia
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