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Actualizado: 5 de octubre de 2025
Detrás de aquel orden, de aquella limpieza y esmero, no se notaba más que cierto apego a la tradición y una vida retraída, sin saber por qué causa. Lo mismo podía vivir allí una familia de la Biblia que de una tragedia de Shakspeare.
Es un nombre que se encuentra en la Biblia dijo Silas, volviéndole a la memoria sus antiguas ideas. Entonces no tengo ninguna razón para oponerme repuso Dolly algo asustada por los conocimientos de Silas en este capítulo ; sin embargo, qué queréis, yo soy poco instruida y me cuesta comprender las palabras.
Yo puedo creer que dice una cosa y otro puede leer otra muy diferente. Pero á juzgar por lo largo de las líneas, paréceme que se trata de unos versículos de la Biblia. No estás tu mal versículo, camarada, dijo Simón moviendo la cabeza negativamente.
En esta habitación había estudiado y escrito; aquí había ayunado y pasado las noches en vela, hasta quedar casi medio muerto de fatiga y debilidad; aquí se había esforzado en orar; aquí había padecido mil y mil tormentos y agonías. Allí estaba su Biblia, en el antiguo y rico hebreo, con Moisés y los Profetas que le hablaban constantemente, y resonando en toda ella la voz de Dios.
En vista de que no había posibilidad de evadirse, me dediqué a estudiar matemáticas. La recomendación del médico de El Argonauta seguía siendo eficaz para mí, y, gracias a ella, el comandante me prestó varios libros de geometría, de álgebra y de física. A éstos añadió una Biblia. Allen, que era un católico fanático, me recomendó varias veces que no la leyera.
Interpretaba á su modo la Biblia, i no fué posible que se convirtiese i al fin murió impenitente i obstinado en la lei de Moisés.» I en los avisos de 9 de Agosto del mismo año, se lee tambien: «Dicen muchas cosas de aquel desventurado que se dejó quemar vivo por judaizante en el auto de Valladolid, i que se puso por nombre Júdas el creyente.»
Con los ojos sí se lo daba a entender, y hasta con ciertas parábolas y alegorías que tomaba de la Biblia y otros libros orientales; pero la señora de sus amores no hacía caso de los ojos de don Saturno ni entendía las alegorías ni las parábolas; no hacía más que decir a espaldas de Bermúdez: No sé cómo ese don Saturno puede saber tanto: parece un mentecato.
Después de la misa nos desayunamos y comenzamos a trabajar, alternando nuestras tareas con la lectura de la Biblia; después y hasta la hora de comer, mis hijas dan lecciones de gramática e historia. Con estas ocupaciones, el tiempo lo encontramos corto. Después de comer tenemos una hora de recreo.
García refunfuñaba: ¡La bahía!... A mí nunca se me ha alcanzado con qué derecho puede tener bahía un pueblo como el de Vigo... Yo había leído este diálogo, que acabo de traducir casi literalmente, en La Biblia en España, de Jorge Borrow, que así se llamaba aquel inglés estrafalario, hoy una de las glorias más puras con que cuenta la literatura inglesa.
Ya zé, ya zé, D. Luizito: no me diga ozté na. Onde no hay prencipio no pué haber na... ¡Pero mire ozté que en Zeviya hay mucha afición!..... ¡¡Mucha afición!! Si te descuidas un poco, ya tienes la bronca encima... y algo más en ocasiones. ¡Calle ozté, zeñorito, zien Zeviya po una mijita le tiran a uno la Biblia!
Palabra del Dia
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