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Actualizado: 8 de julio de 2025
Martín eligió como zaguero a un muchacho vasco francés que estaba de oficial en la panadería de Archipi y que se llamaba Bautista Urbide. Bautista era delgado, pero fuerte, sereno y muy dueño de sí mismo. Se apostó mucho dinero por ambas partes. Casi todo el elemento popular y liberal estaba por Zalacaín y Urbide; los señoritos, el sacristán y la gente carlista de los caseríos por el Cacho.
El oficial accedió y pasó a los dos a un cuarto destartalado que servía para los oficiales. La superiora, Bautista y el demandadero, no merecieron las mismas atenciones y quedaron en el cuartelillo.
13 Los discípulos entonces entendieron, que les habló de Juan el Bautista. 14 Cuando ellos llegaron a la multitud, vino a él un hombre hincándose de rodillas, 15 Y diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece malamente; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. 16 Y lo he presentado a tus discípulos, y no le han podido sanar.
Martín con su mujer, y Bautista con la suya, se acercaron a Añoa y se alojaron en la venta. Catalina quería ver si obtenía noticias de su hermano. En la venta preguntaron a un muchacho desertor carlista, pero no supo darles ninguna razón de Carlos Ohando. Si no está en Peñaplata, irá camino de Burguete les dijo.
Una vez cada año, el día de San Juan Bautista, se hacía la visita de inspección, como si dijéramos, por todos los establecimientos de confitería, y era de ver con qué gravedad y ceremonia el teniente de Asistente, acompañado por el escribano de cabildo, examinaba cacerolas, calderos, medidas y moldes, se enteraba del estado de los productos y se informaba prolijamente del personal y de su pericia para elaborar las delicadas confituras.
Allí están; ahí ha fondeado el Salto, allí el Pampero, más atrás el Hércules; aquel que viene andando todavía es el Pintos, y los otros dos barcos de la izquierda son de vela, el San Juan Bautista y el Río Bamba. ¡Ché! y vos cómo sabés los buques le dijo Alejandro. ¡Oh! no ve que soy del Bajo, amigo contestó el negro.
Anchusa y Luschía llevaron los caballos y no quedaron con el cura más que unos ocho hombres, contando con Bautista, Zalacaín y Joshé Cracasch. Acompañad a éstos dijo el cabecilla a dos de sus hombres, señalando a los campesinos y al cura. Vosotros é indicó a Bautista, Zalacaín, Joshé Cracasch y otros dos hombres armados id con la señora, la señorita y este viajero.
32 Semejantes son a los muchachos sentados en la plaza, y que dan voces los unos a los otros, y dicen: Os tañimos con flautas, y no bailasteis; os endechamos, y no llorasteis. 33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan, ni bebía vino, y decís: Demonio tiene.
Yo estoy al tanto de todo, y conmigo, caballero, no valen los misterios. Juro a usted, señora, que no soy el que usted supone. ¿Ni tampoco el coronel D. Juan Bautista 6 Campos, que tiene en el hueco de la mano, como quien dice, a los voluntarios realistas de media España? Tampoco.
Habrá que ir más despacio dijo Martín. Efectivamente, comenzaron a marchar más despacio, pero al cabo de un cuarto de hora se oyó a lo lejos como un galope de caballos. Martín se asomó a la ventana; indudablemente los perseguían. El ruido de las herraduras se iba acercando por momentos. ¡Alto! ¡Alto! se oyó gritar. Bautista azotó los caballos y el coche tomó una una carrera vertiginosa.
Palabra del Dia
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